El proyecto presentado el martes por Luis Rubiales corrige un déficit que parecía crónico del fútbol español, el de una Copa del Rey que se hacía eterna por el empeño de la Federación en mantener las rondas de ida y vuelta para los equipos profesionales, lo que minimizaba el riesgo de sorpresas. En otros países, sobre todo Inglaterra, la Copa es una oportunidad y -en algunos casos- una fiesta para los modestos. Ahora, con las eliminatorias a partido único y la participación de los equipos de Primera División desde el principio, se conseguirá un doble objetivo: concentrar el interés en 90 o 120 minutos y aligerar el calendario. Más dudas genera la nueva Supercopa impulsada por el presidente de la Federación Española. No por el formato de una final a cuatro con los dos primeros de la Liga y de la Copa, sino con el lugar y el momento de la celebración. Que Rubiales se empeñe en llevar la competición al extranjero después de la pataleta por el partido de Miami suena raro. Y que embarque en un viaje a no se sabe dónde a cuatro de los mejores equipos españoles, recién llegados de las vacaciones navideñas, tampoco parece la mejor idea.