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El Hijo De Esther

Fichajes

Desde este momento declaro que no me creo nada. No me creo ni uno de los fichajes anunciados por periodistas o agentes. No me creo que vengan Hazard, ni Pogba y, por supuesto, lo de Mbappé y Neymar me produce una interminable ristra de carcajadas seguidas de un monumental cabreo al ver negro sobre blanco y con gran riqueza tipográfica (como diría el ya casi olvidado José María García) los periódicos deportivos, alguno de información general, cadenas de Televisión y de radio. Informaciones (si se pueden llamar así) que recogen media declaración de un jugador, un pestañeo de otro, una sonrisa bobalicona del tipo sé que me hablas porque mueves la boca pero no te entiendo y un pasar por delante del micrófono sin contestar para dejar caer casi sin decir pero diciéndolo todo que tal jugador, por ejemplo Pogba, está cabreado con su club, no quiere seguir el año que viene, no se va a ir a la gira mundial y solo tiene ojos para el Real Madrid. Todo esto sin hablar de lo que puede costar el jugador. Pero aun así, se sigue con la matraca. No hay nada, pero lo decimos todo. Vaya tropa.

Y yo me pregunto ¿por qué? Más allá de la intención honesta de dar una noticia, que seguramente tendrán muchos, existe detrás de esas informaciones una fuente interesada o dos. La primera, sin lugar a dudas, es el agente del jugador, que necesita mover el árbol para cambiar a su representado de equipo y cobrar una suculenta prima por el fichaje. Me puedo imaginar los teléfonos de periodistas deportivos echando humo y recibiendo toda clase de soplos perfectamente garantizados, aunque una vez que los lees te produce vergüenza ajena pensar que alguien se lo haya creído para escribir tamaña insensatez.

Los otros interesados son los propios clubes, que viven de mover jugadores. ¿Cómo es posible que cada año muchos equipos de Primera y Segunda den la baja a diez o doce jugadores y fichen a otros tantos sin dar continuidad al equipo? A cambiar cromos, que entre comisiones, ventas, despachos, comidas, y más cosas que no me atrevo a escribir aquí, los clubes, los agentes y los propios futbolistas se ríen del aficionado, que es el único "paganini" de toda esta orgía de millones.

Al menos, el consuelo que me queda es que siendo cierto que es una vergüenza lo que se mueve en el fútbol, la mayor parte en caprichitos estériles y peticiones de niñatos que no leen un libro porque les duele la cabeza si lo hacen (Romario dixit), existen miles de personas que trabajan decentemente en este sucio negocio. Por esos y por los aficionados merece la pena esto.

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