Cuesta imaginar lo que hubiera sido del fútbol español sin Iker Casillas y Xavi Hernández. Y no solo por su papel en la era dorada de la Roja, en la que fueron fundamentales, sino por la sensatez que aportaron a los clásicos cuando los Barça-Madrid, o Madrid-Barça, alcanzaron niveles de ruido insoportables. Fueron los mejores del mundo en sus puestos sobre el césped y un ejemplo lejos de él. Por eso, a sus innumerables títulos individuales y colectivos añadieron un reconocimiento muy especial: compartieron en octubre de 2012, justo después de completar el círculo virtuoso con la selección española (Eurocopa, Mundial, Eurocopa), el premio "Príncipe de Asturias". Está bien recordarlo ahora que, por motivos bien distintos, han sido protagonistas de la semana. El infarto de Casillas y el anuncio de retirada de Xavi les ha devuelto al primer plano, del que habían salido desde su marcha a Oporto y Qatar. Les han llovido los elogios, algunos de ellos salidos de bocas que en otros momentos escupieron sapos y culebras contra ellos. En cualquier caso, no los necesitaban, porque los hechos siempre quedarán por encima de las opiniones. Y en ese terreno, en el deportivo, Iker y Xavi ya son inmortales.