Pero, bueno, que pierdo el hilo. Hablaba yo de los cuatro de Liverpool, que como os podéis imaginar ya no son "The Beatles", y me preguntaba si el denominado mejor jugador del mundo, de las 3.000 galaxias y de los Siete Reinos será "Balón de Oro" como decían los culés y los pelotas. Porque el martes solo necesitaba un gol para clasificar al Barcelona para la final, para ser el héroe, y ni se acercó a la portería. Principalmente, en la segunda parte, donde su equipo desapareció y él, el Dios (estoy con Francisco en que es un sacrilegio llamarlo así), se puso a caminar por el campo sin hilvanar jugada o regate que levantara mínimamente el ánimo de los culés. Unos culés que han pasado de decir que iban a celebrar todo en la Cibeles y de afirmar que tienen el mejor equipo del mundo a plantear una lista con más bajas que la del Real Madrid y a querer echar a Valverde después de haberle renovado hace poco.
Todo esto me lleva a otra reflexión: qué difícil es ganar la Champions, pero qué difícil. Y mira tú que el equipo sin planificación, sin estilo de juego y todas esas cosas que decían no solo ha ganado la última sino que ha llevado a sus vitrinas cuatro en cinco años, tres de ellas seguidas. Y eso que, según los valdanistas, segurolistas y demás, el Madrid es poco menos que un guiñapo que solo tiene dinero. Pues sí, debemos tener dinero, pero no nos hemos gastado más de 600 millones en los últimos años para ganar la Champions porque sin gastarlos hemos ganado unas cuantas. Y en el fondo eso es lo que molesta, y molesta mucho.
Resumiendo, que tenemos mucho regocijo y que Marcelo, además de cantar, encima desafina.