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Culé Moyáu

Lo sólido en el aire

Hay derrotas inesperadas, como la de los persas ante los griegos en Maratón. Hay derrotas espléndidas, como la de Alexis Zorba en "Zorba el griego". Hay derrotas disfrazadas de victoria, como las del rey Pirro ante Roma. Hay derrotas que se repiten cada año hasta que parece que no hay posibilidad de ganar, como en la canción "I´m One" de "The Who". Hay derrotas frías y demoledoras, como la de Napoleón en Rusia. Hay derrotas monumentales, como las que sufren los malos que se meten con James Bond. Hay derrotas existenciales, como la del señor Scrooge cuando se enfrenta al fantasma de las navidades futuras. Hay derrotas terribles y oscuras, como la que pinta Goya en "Los fusilamientos del tres de mayo". Y luego hay derrotas como la del Barça en Anfield en una semifinal de la Liga de Campeones.

La derrota del Barça fue inesperada teniendo en cuanta el resultado del partido de ida, espléndida en la intensidad del Liverpool, disfrazada de victoria cuando terminó el primer tiempo y parecía que el Barça ganaría si seguía jugando a nada, repetida como la de Roma de la temporada pasada, tan fría y demoledora que dejó helados a los jugadores y congelada a la afición, monumental en sus consecuencias, existencial para tipos como Messi, y lo bastante terrible y oscura como para que tiemblen los cimientos de un equipo que acaba de ganar la Liga y que disputará la final de Copa. Después del 4-0 en Anfield, una multitud con antorchas quiere quemarlo todo y, de repente, Messi no es fiable, Jordi Alba es un paquete, Rakitic un don nadie, Sergi Roberto un enchufado que juega en el Barça solo porque es catalán, Busquets un viejo, Suárez un torpe bruto y Dembélé el gran responsable de la eliminación porque si hubiera marcado el cuarto gol en el Camp Nou el Barça no estaría donde está. Ya. Cuando le preguntaron a Diógenes de Sínope qué envejece pronto, el filósofo contesto: "La gratitud". ¿No estamos los culés agradecidos a un equipo que ha conseguido que ganar Liga y Copa parezca una tontería? ¿Tan mal han envejecido las victorias de esta temporada en el Bernabéu? ¿De verdad estamos dispuestos a seguir el juego de los que no han ganado nada, y mirar la final de Copa contra el Valencia con desprecio? El fútbol es muy raro.

Me molesta la ingratitud, y me molesta que hablemos tanto del horrible (o inexistente) juego del Barça en Anfield y no hablemos nada del magnífico, incansable e inspiradísimo Liverpool. El Barça perdió no solo por culpa del no-gol de Dembélé, el histórico despiste en el cuarto gol o porque Messi parecía jugar en el salón de los pasos perdidos, sino porque el Liverpool hizo un partido fantástico apoyado por un público que nos permitió entender las palabras de Klopp acerca de lo que es y lo que no es un templo del fútbol. Todo lo sólido del Barça se desvaneció en el aire de Anfield. Fue eso.

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