A la vigésimorprimera fue la vencida para Marcelino García. Por unas cosas u otras parecía imposible que el técnico asturiano rompiese su mala racha contra el Barça: catorce derrotas y seis empates. Había estado a punto varias veces, tanto con el Villarreal como con el Valencia, pero siempre pasaba algo. Hasta el sábado. Marcelino supo plantear el partido para hurgar en la herida azulgrana, que supura desde Anfield, y el resto lo hicieron unos jugadores revalorizados desde su llegada a Mestalla. Los valencianistas en el Villamarín aclamaron al de Careñes, quizá los mismos que en diciembre pedían su cabeza. Marce sabe muy bien que sin Mateo Alemany no hubiese podido levantar el primer título de su carrera profesional. Quizá no le sirva para dar el salto hacia los equipos "top" porque, como él mismo reconoce, para entrenar a un Madrid o a un Barça "hay que ganar muchos títulos o haber sido un jugador representativo". De momento ha iniciado la cuenta y, pese a los apuros de esta temporada, sin renunciar a sus principios. Tras Luis Enrique, que hizo pleno en su paso por el Barça, Asturias ya puede presumir de otro entrenador campeón de Copa. Y puede que no sea el último.