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Entrañables enemigos

El Sporting y el Oviedo se beneficiaron de la rivalidad entre el Betis y el Sevilla en una situación parecida a la de la jornada del sábado

"Chino" Losada y Nando, en el Sevilla-Oviedo de 2000. EFE

Ni los más viejos recuerdan una situación como la que se puede dar el sábado, en la última jornada de Segunda División. Entre otras cosas, las opciones del Oviedo de disputar el play-off de ascenso a Primera dependen de que el Sporting arranquen al menos un empate frente al Cádiz, uno de los obstáculos azules en sus aspiraciones. Un paisaje que recuerda a dos partidos en los que fueron protagonistas, y beneficiados, los dos grandes del fútbol asturiano a cuenta de la rivalidad.

El 31 de mayo de 1997, en la antepenúltima jornada de una Primera con 22 equipos, un Sporting con el agua al cuello visitaba en el Benito Villamarín al Betis, que ya lo tenía todo hecho. Pero el beticismo encontró una motivación inesperada en cuanto echó un vistazo a la clasificación: una victoria del Sporting arrastraría un poco más hacia el descenso al eterno rival, el Sevilla, que para más coincidencia jugaba al día siguiente en el Tartiere ante un Oviedo en apuros.

Tal como se suponía, el partido transcurrió por unos derroteros contrarios a la lógica de la clasificación. El Betis, con una plaza para la Copa de la UEFA ya asegurada, dio muchas facilidades al Sporting, jaleado continuamente por la grada del Villamarín. Sólo las intervenciones del guardameta Jaro retrasaron el gol rojiblanco, que consiguió Dimitri Cheryshev en su enésimo mano a mano, en el minuto 55. Nunca un tanto visitante fue tan celebrado en el campo del Betis.

El Sporting ganó ese partido, lo que dejaba al Sevilla al borde del descenso. Se consumó al día siguiente, al perder en el Carlos Tartiere frente al Oviedo, también necesitado, con un gol de Maqueda en el minuto 89. Aquel Sporting de Miguel Montes consumó su salvación una semana después, al vencer al Rayo Vallecano en El Molinón. El Oviedo tuvo que esperar a la última jornada, en la que se combinó su empate a cero frente al Sporting con la derrota del Rayo.

Aquel Betis-Sporting quedó en la memoria de la afición del Sevilla y, por esas cosas del fútbol, tres temporadas después hubo una conjunción astral para devolver la moneda a su entrañable enemigo ciudadano. A falta de cuatro jornadas para el final de la Liga 1999-2000, el Sevilla recibía como colista, y ya descendido de nuevo a Segunda, al Oviedo, que necesitaba la victoria para acercarse a la permanencia.

Durante la semana, el sevillismo hizo saber a sus jugadores que era el momento de devolver la afrenta del Villamarín. Y así fue. Pese a que el portero del Sevilla, el noruego Olsen, hizo todo lo posible, al descanso el marcador del Sánchez Pizjuán ya reflejaba un 0-1, marcador por Paulo Bento. Lo curioso es que Olsen se quedó en el vestuario al descanso, alegando una enfermedad, y le sustituyó un chaval de la cantera, Chuchi, que recibió el 0-2 de Pompei y el 0-3 del "Chino" Losada entre la algarabía de la grada. El Sevilla maquilló el resultado con dos goles en tres minutos, pero el Oviedo dio un paso de gigante y, a final de temporada, el Betis acompañó al Sevilla a la Segunda División.

La confraternización bético-sportinguista se ha afianzado con el paso del tiempo, como se pudo comprobar en el cierre de la temporada 2014-15, cuando el Villamarín volvió a vibrar con una victoria rojiblanca (0-3) frente al Betis que acabó con los dos equipos en Primera División.

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