Si alguien tenía dudas del rendimiento del K-4 500 de España, ayer quedaron totalmente despejadas. El cuartero con el ilerdense afincado en Asturias Saúl Craviotto (34 años) de marca, arropado por los gallegos Carlos Arévalo (25) y Rodrigo Germade (28) y el mallorquín Marcus Cooper (24), logró la medalla de plata en el Mundial de Szeged en un final trepidante y, además, el pasaporte para los Juegos de Tokio-2020.

El barco español mantuvo una toma y daca con el K-4 alemán y solo 50 centésimas les separaron. Alemania, con Tom Liebscher, Ronald Rauhe, Max Rendschmidt y Max Lemke) revalidó el título conseguido el año pasado en Montemor O Velho (Portugal). El bronce fue para Eslovaquia.

Arévalo inaugura así su medallero mundialista junto a compañeros que atesoran nueve medallas (Craviotto), cinco (Cooper) y tres (Germade). "Este K-4 anda mucho, creo que estamos muy bien y encima hay margen de mejora porque nos queda tiempo para mejorarlo", destacó Arévalo, que reconoció que "ir a los Juegos es la ilusión de mi vida y ahora a luchar por hacerlo lo mejor posible".

En el otro extremo, el más veterano del K-4, Craviotto, declaró que "las sensaciones han sido muy buenas. Hemos competido muy bien para la presión a la que estábamos sometidos". Y añadió: "Me siento muy muy orgulloso de mis tres compañeros. Cooper ha tenido un año complicado con las lesiones y con Arévalo solo llevamos un mes. La palabra que define a este K-4 es ilusión, mucha ilusión. Es la primera vez que clasifico a la primera, ahora mismo no me lo creo".

"Ya he estado en tres Juegos", recordó Craviotto. "Llegaré con 35 años y la gente joven sube fuerte... no quiero anunciar mi retirada pero huele a que puede ser mi última Olimpiada y me gustaría cerrar una carrera deportiva brillante allí".

Con las medallas de plata del K-4, que cuenta con el asturiano Miguel García como entrenador, y del K-2 1.000 de Paco Cubelos e Íñigo Peña, España acabó el Mundial de Szegd con siete preseas.