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Entrenar contra el cáncer

"Si estoy bien ayudaré", dice Pablo Escobio, técnico del Asturias, que se enfrenta de nuevo a la enfermedad

Pablo Escobio, en el campo de la Isla, en Blimea. P. P.

Aunque han pasado más de dos años del ascenso del Asturias de Blimea a Regional Preferente, al entrenador Pablo Escobio aún se le eriza la piel recordándolo. Quizás porque ganarle el play off al Manuel Rubio ha sido la gesta más grande de su club.

Pero también porque si el partido se jugó un sábado por la tarde, el miércoles a Pablo le estaban extirpando un tumor maligno de un testículo. Tanto significaba ese partido que forzó al máximo para obtener el alta en poco más de 24 horas. Esa tarde, Pablo calentó y dirigió a los chicos que en 90 minutos se ganarían la gloria.

"Soy de Blimea, esta es mi gente, ¿cómo no iba a estar?", relata ahora el entrenador de 35 años, al que en una de las últimas revisiones le han vuelto a dar la peor noticia. Tras llevar una semana con dolores en una pierna, que resultaron ser una trombosis, los médicos le confirmaron que volvía a tener cáncer, esta vez germinal.

Pero si hace dos años la enfermedad no le privó de estar en el momento más especial de su club de toda la vida, al que lleva entrenando desde su resurrección en 2011, ahora tampoco le va dejar fuera de juego en el año en el que el Asturias de Blimea cumple 100 años.

"Desde que me diagnosticaron y empecé el tratamiento solo me he perdido dos entrenamientos y un partido. No quiero hacerme el valiente, pero si estoy bien no me quiero quedar en casa, ayudaré al equipo en lo que pueda", relata el entrenador del conjunto del concejo de San Martín del Rey Aurelio.

Un conjunto que tiene una curiosa historia porque el club volvió a la vida en la temporada 2011, tras un tiempo inactivo. Pablo Escobio es su entrenador desde entonces. Y desde hace un tiempo, Alba Escobio, su hermana, es la presidenta del modesto club de la parroquia de Blimea.

Desde ese tiempo, el Asturias ha ido subiendo categorías. Dos ascensos, de Segunda a Primera y de Primera a Preferente. Desde el 2017 se mantiene a las puertas de Tercera, con un presupuesto semejante al de una economía de guerra. "Todos los jugadores cobran lo mismo, 80 euros al mes, y los de fuera un poco más, por desplazamientos", asevera Escobio.

La forma en que recibió el alta ese miércoles de mayo de 2017 para poder estar en el play off de su equipo tiene tela. Le operaron un miércoles y el jueves, cuando entró la enfermera en la habitación para ducharle, pidió hacerlo él mismo. "Tenían que ver que estaba bien", relata. Tras ducharse, y a la espera de la llegada del doctor, salió a dar un paseo por el pasillo. Cuando el médico le vio andar, la situación fue de la siguiente forma:

-"¿Qué haces", le dijo el doctor a Pablo Escobio.

-"Estoy bien, me puedo ir a casa", le contestó.

"Me dijo que luego hablábamos. Al poco vino y me dio el alta. Me recomendó que viera el partido en la grada y sin excesos. Tapadín con una manta, pero eso no podía ser. Me senté en el banquillo. Cuando ganamos, mi padre me vino a abrazar y aunque no sabía quién era, le aparté de lo que me dolía. Después, le dije a mi novia: 'ya está'. Estuve tres días descansando", cuenta el técnico.

Pablo Escobio tiene perspectivas de futuro. Si todo va bien, el año que viene buscará nuevos retos. "El club ya ha tocado techo, me toca salir porque son muchos años ya. Si tengo la opción tendré que dar un paso adelante", asegura un técnico cualificado para dirigir en Primera. Será cuando vuelva a vencer al cáncer que le obliga a tratarse con quimioterapia. Entonces, Pablo Escobio habrá vuelto a ganar desde el banquillo su partido más importante.

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