La selección española de baloncesto ya se ha acostumbrado a sufrir en las primeras fases para después sacar a relucir su mejor versión en las rondas finales, pero en este campeonato del mundo está rizando el rizo. Ayer España sumó su tercer triunfo en tres partidos en China, pero su miserable victoria ante Irán dejó aún más dudas que las despertadas tras los duelos contra Túnez y Puerto Rico.

Irán, una selección animosa y disciplinada, pero de poco fuelle y ya eliminada, fue un escollo de lo más exigente para los jugadores de Sergio Scariolo. Los asiáticos comenzaron con un 0-10 favorable y llevaron el partido al límite. De hecho, el choque estaba empatado a falta de un minuto y medio para la conclusión (65-65), después de dos intentos infructuosos de escapada de España.

En el momento de la verdad bastaron tres detalles ofensivos para decantar el partido. Primero un triple de Llull, su primera canasta tras seis fallos seguidos; después un mate de Víctor Claver y finalmente otro triple, muy lejano, de Marc Gasol, máximo anotador español con 16 puntos. Destacaron asimismo los números de Juancho Hernangómez, autor de 11 puntos y 10 rechaces. El ex NBA Haddadi, con 10 puntos y 15 rebotes, fue el mejor en las filas iraníes.

Eso no fue óbice para que la selección terminase el partido con un agrio sabor de boca, conocedora de que tiene apenas un par de días para ponerse a tono antes de que comience la segunda fase. Dudas a las que se suma el estado físico de Rudy Fernández, que no jugó los últimos minutos del partido de ayer por una torcedura de tobillo. Las previsiones apuntan a que podrá jugar mañana contra Italia. Tras el encuentro, Sergio Scariolo reconoció la salida fría y los fallos de concentración del equipo, pero resaltó la actitud para ganar "aunque no fuera un partido trascendente".