En muchas ocasiones se dice que el equipo es la viva imagen de su entrenador. El Avilés, ayer, lo fue durante el tramo final de la segunda mitad y le bastó. El técnico César Gálvez dirigió a los suyos por primera vez desde su llegada desde el área técnica con efusividad -tras el acuerdo del club con Viti Amaro, que puso todas las facilidades-. Su energía, unida a los cambios realizados en la segunda parte y que le dieron otra cara al equipo, fueron claves para voltear el 0-1 con el que se puso el Vallobín. Al final, remontada blanquiazul (3-1) para lograr la primera victoria como local de la temporada. Eso sí, con mucho que mejorar.

César Gálvez fue protagonista, involuntario, desde el pitido inicial. Hizo su labor como técnico, pero fue llamativo para el público asistente. Gesticuló, aplaudió, abroncó, se desesperó por momentos y también animó a su equipo en los momentos de mayor flaqueza. Uno de ellos llegó en el minuto 13, cuando una pérdida de balón en campo rival pilló al Avilés desprevenido. Incluido a Borja Piquero, que vio como Manolo le sorprendió con un disparo desde el semicírculo del centro del campo para superarle por encima. Una acción de la cual se responsabilizó el técnico al final del partido.

Los últimos fantasmas de la fiesta de Halloween aparecieron en el Suárez Puerta, con una primera mitad de cierta tranquilidad para el Vallobín, que cedió por completo el mando del partido al Avilés, guiado por Santullano, Annunziata y Cayarga. Un fuerte disparo del extremo supuso el mayor peligro junto a una falta en la frontal de Annunziata.

En la segunda mitad, a César Gálvez no le tembló el pulso y en el minuto 55 ya había realizado las tres sustituciones. Le salieron a pedir de boca porque el Avilés cambió por completo. Fue atrevido y buscó la asociación principalmente por la banda izquierda. Y empató en una acción con varios rechaces que acabó materializando Nico Pandiani. Apenas se celebró el gol. El Avilés mostraba una mayor ambición y fue Cayarga el que volteó el marcador con un certero golpeo de falta directa que sorprendió al meta visitante para hacer el 2-1.

Con el equipo más calmado, El Avilés despachó sus mejores minutos con varias acciones de desborde ante un Vallobín que se lo jugaba a todo o nada. Y le salió cruz en el tiempo de prolongación, en el que Annunziata puso la puntilla al encuentro con el 3-1 definitivo.