Y cuando parecía que la enfermedad había empezado a remitir, el paciente recayó con mucha más fuerza. La imagen ofrecida por el Liberbank Oviedo en la anterior jornada, a pesar de perder 66-73 ante el Palencia, se quedó en un espejismo después de lo sucedido ayer en Alicante, donde el equipo asturiano se pegó un tortazo enorme y volvió a ofrecer su peor rostro, el de un equipo errático en ataque, que acaba aburriéndose de sí mismo y tirando el partido cuando aún casi ni ha comenzado a jugarse. Sin pólvora en ataque, sin fuerza ni actitud para rebotear al nivel del rival, sin dirección en el juego, sin prácticamente nada a lo que agarrarse. Ese fue ayer el Oviedo Baloncesto en Alicante.

Una de las peores cosas que se pueden decir del Liberbank Oviedo de ayer es que la primera parte fue mala, bastante pobre, pero fue mucho mejor que la segunda, en la que debía ir a por el partido y que terminó en una auténtica pesadilla. La anotación en la primera mitad fue paupérrima por parte del OCB, con un bajo porcentaje de acierto en triples (33%, 5 de 15), y sin ninguna capacidad de sumar en la pintura, siendo Wright y Arteaga claramente superados por un Fall que se fue a vestuarios con 8 puntos y 11 rebotes. Lo mejor para los de Javi Rodríguez en esta primera mitad fue que, en el segundo parcial, lograron frenar la anotación de Alicante y, sobre todo, la actuación de Jakstas que, ante el desierto anotador en el que se convirtió el ataque asturiano, al menos fue capaz de meter tres triples salvadores y de mantener con vida a su equipo de cara a la segunda parte. De nuevo la inferioridad en el rebote, 27 a 18 en el primer tiempo, fue un drama para el equipo de Oviedo, permitiendo muchas segundas oportunidades al conjunto de Alicante (cogieron siete rebotes en ataque). A pesar de todo, en el ecuador del partido la ventaja local era de solo nueve puntos (35-26). Lo peor para los azules estaba por llegar.

La segunda parte empezó con una canasta de Jakstas, el único que estuvo a la altura, y a partir de ahí comenzó el festival local y el desastre visitante. En tres acciones consecutivas, el Lucentum anotó tres triples que elevaron la distancia a los veinte puntos (49-29) y obligaron a parar el partido a Javi Rodríguez, que no sabía cómo poner remedió a lo que estaba sucediendo ni orden a un equipo que presentaba signos de colapso.

Nada pudo hacer el entrenador gallego por impedir lo inevitable. La ventaja creció y creció, permitiéndose el Alicante hacer de la visita del cuadro ovetense una fiesta. Los datos son contundentes: Oviedo anotó 7 triples en 30 intentos, cogió 34 rebotes por 51 de Alicante, dio 12 asistencia por 20 de su rival y, en resumen, acabó con 26 créditos de valoración por los 119 de Alicante. Nada que añadir.

Este Oviedo ha de reaccionar para no seguir hundiéndose en la fondo de la tabla y para eso necesita que los jugadores importantes den un paso al frente. Con 1 punto de Arteaga, 6 de Llorente y 2 de Nuutinen poco puede hacer un OCB con poco fondo de armario.