Ante la carestía, el Avilés al menos tiene garra. El equipo de Gálvez, que solo cuenta con 13 efectivos y bajando -ayer Félix se sumó a la larga lista de lesionados y no pudo acabar el duelo ante el Mosconia- salvó un punto que tenía perdido ante la escuadra moscona. El Mosconia, en dos acciones a balón parado, puso de manifiesto las carencias de la defensa avilesina, acostumbrada ya a vivir en una economía de guerra. Cayarga, de nuevo, y De Lillo, aprovechando un rechace, lograron el empate en la segunda mitad.

Lo que parece ya claro en el Suárez Puerta es que por tercera temporada consecutiva el Avilés va a tener que sufrir para salvar la categoría. Las promesas de Norte Proyectos de armar un equipo que luche por la promoción de ascenso tienen un duro enemigo llamado realidad. Y la realidad es que el Avilés tiene enormes carencias en todas las líneas del campo, solventadas por destellos de jugadores puntuales como Cayarga, De Lillo o Borja Piquero, el portero.

Los locales salieron mandones. Si un equipo es reflejo de su técnico, el Avilés, como Gálvez, al menos es combativo. Buscó el gol el cuadro blanquiazul con continuos centros de Pereira. Ninguno surtió efecto y las buenas maneras duraron hasta que el Mosconia logró el primero. La diana moscona, sin restar méritos, fue más bien un regalo. Vino de una falta lateral de Josín en la esquina del área al que la defensa avilesina hizo mutis por el foro. Secades, sin oposición, la metió dentro.

La diana no mejoró al Avilés. Y sufrió otras ocasiones del Mosconia, sin premio para los visitantes. El descanso tampoco corrigió las deficiencias de los avilesinos, ya casi atávicas. El Mosconia hizo el segundo. Nico, el juvenil del equipo, lo marcó en propia puerta, de nuevo tras una acción a balón parado mal defendida. A pesar de todo, el joven no hizo mal partido y, tras ser cambiado, se llevó el aplauso del público. Poco se le puede reprochar. Ya contra las cuerdas, el Avilés sacó fuerzas de flaqueza. Cayarga se anticipó para cazar un centro y rematar a la red. El atacante ya es sin duda la mejor arma del Avilés. Quizás la única. De Lillo hizo el segundo tras un barullo en el área, ya en la recta final. Y así, con empate, acabó otro partido en el que el conjunto de César Gálvez lo mejor que tiene es la actitud. Menos es nada, claro, pero solo eso es insuficiente.