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La pasión de Álex Varela y Fernando Ornosa

Uno se dejó la garganta en el Tartiere. El otro, invitado a la capital, prefirió quedarse en Gijón. Y es que el fútbol asturiano no está para tirar voladores y la afición se resiente. Los dos acabaron embajonados, aunque ninguno pudo ver el derbi. Son ciegos. Uno, el gijonés Álex Varela (1994), prefirió entrenar al tenis adaptado, su pasión, mientras Oviedo y Sporting jugaban el derbi asturiano más descafeinado desde el regreso de los duelos regionales hace dos temporadas (0-0). Cuando empezó la segunda mitad, a eso de las 17.00 horas, hizo un parón en los ejercicios y, por si las moscas, encendió el transistor. "Solo escuchaba balones divididos y pelotazos; la verdad es que no me entraron las ganas de dejar de entrenar para seguir el partido", indica el seguidor.

El otro, el ovetense Fernando Ornosa (1958), siguió el partido de pie, en la tribuna Ería. Dos de sus amigos, como cada quince días, le iban narrando el encuentro. Eso y el sonido ambiental del Tartiere fueron su ayuda. Y su opinión sobre el partido, con su fina ironía habitual, se resume en una corta frase: "Total, pa lo que hay que ver...". Porque el derbi de ayer decepcionó al personal. En las dos ciudades volaron los lamentos, incluso los de estos dos seguidores, pasionales de corazón, y con el deseo, quitando a un lado el fútbol, de que se arreglen todos los problemas y en el siguiente derbi se puedan ver las dos aficiones.

"De fútbol, poco. El partido no valió pa nada. Fue aburrido para los que lo veían y para los que no, como yo. Fue un derbi clásico, como los de antes, aunque mereció ganar el Oviedo", dice Ornosa antes de entrar en faena en lo extradeportivo. "Mira, como derbi, superdescafeinado. Y el ambiente... Me parece lamentable que no haya venido la afición del Sporting, a la que respeto mucho. Es un fracaso total de la sociedad. Que dos ciudades vecinas sean incapaces de ponerse de acuerdo da mucha pena. El año pasado vinieron al Tartiere más de 3.000 deportivistas y la ciudad fue una fiesta. ¿Cómo es posible que no pase eso entre dos ciudades separadas por 28 kilómetros?", analiza tras el encuentro. Para Ornosa, lo mejor, pues, fue la previa y el pospartido. "Fuimos todos a comer y luego a celebrarlo. No el resultado, eh. Pero en un derbi nos va el cachondeo", recalca el ovetense, que ironiza con que su amigo rojiblanco finalmente no haya ido al Tartiere: "Yo soy más fiel...".

El gijonés, crítico con la situación de las hinchadas en el fútbol, cree que "se castiga siempre en ambas aficiones a los que no tienen culpa y quieren pasar un buen rato". Él, quizá anticipándose a lo que podía llegar, prefirió desconectar del fútbol. "Estuve entrenando al tenis adaptado, tengo un Campeonato de España y también me preparo para el Mundial. Necesito muchas horas de trabajo y, salvo una causa de fuerza mayor, no puedo perderlo, y este derbi, tal y como están los dos, no lo era", se lamenta.

"Hay que aceptar que el equipo es el que es, la situación no es buena, y nos toca, pues, pelear, aguantar y salir de abajo, que es lo que más preocupa. No era cuestión de ganar el derbi, aunque nos hubiésemos llevado una alegría. Sigue sin apreciarse una regularidad", sentencia el sportinguista.

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