El Liberbank Oviedo Baloncesto completó ayer una gesta para la historia en la cancha del Força Lleida. El equipo entrenado por Javi Rodríguez sacó adelante un partido al que llegaba casi sin opciones por la exagerada acumulación de bajas. Sin pívots por las lesiones de Oliver Arteaga y Devin Wright; sin los dos últimos fichajes, Geks y Sanz, que no podían jugar el partido al no estar inscritos en la cuarta jornada, en la que debía haberse disputado este encuentro; y sin el capitán, Víctor Pérez, que al final no pudo estar por razones personales que justificaban sobradamente su ausencia. Solo cinco jugadores del primer equipo, Sergio Llorente, Matti Nuutinen, Rolandas Jakstas, José Blázquez y Álex Reyes, y dos chavales de la cantera, Alejandro Rodríguez y Sergio Arias, fueron capaces de derribar a un equipo con todo su arsenal disponible.

La victoria tiene un valor enorme porque supone además a un espaldarazo y un golpe de moral más que necesario para un equipo al que no le están saliendo las cosas en este inicio de temporada, en el que tres de los refuerzos han sido rescindidos y que se ha tenido que reconstruir en marcha la plantilla. Su rival, el Lleida, otro equipo que lucha por la permanencia, sí que tenía todas sus piezas disponibles pero no pudo con siete valientes que se han ganado el respeto de todo el mundo luchando hasta el último instante para sumar una victoria que debe suponer un cambio de rumbo.

El sábado, a las 18.30 horas, regresará el equipo a Pumarín para medirse al Granada. Un buen momento para que la afición aplauda la gesta de unos guerreros que han demostrado que jamás se dan por vencidos, por mal que se le ponga las cosas.