Se atropellan los calificativos para definir lo que hizo el Liberbank Oviedo Baloncesto ayer al ganar al Lleida a domicilio con tan solo siete juadores, cinco del primer equipo, en un partido que debe servir también para cambiar el rumbo de una temporada que ha empezado con muchos problemas.

La gesta, la heroicidad, la exhibición que dieron ayer estos siete valientes pasará a la historia de un club que ya tiene una buena colección de momentos para el recuerdo. Ayer no ganaron una Copa Princesa, no se clasificaron para los play-off ni protagonizaron una remontada épica pero dieron una lección de pundonor pocas veces vista. Cuando nadie les pedía nada y perder por paliza hubiera sido lo más natural, ellos no dieron el partido por perdido, no arrojaron nunca la toalla y persiguieron el triunfo hasta el final. "Campeones no son los que ganan, son los que luchan", rezaba una pancarta colgada en Pumarín antes del partido que perdieron (65-71) ante el Valladolid. Los campeones ayer también lograron ganar.

Al partido se llegó sin Víctor Pérez, que no pudo estar ayer en Lérida por motivos personales que se lo hicieron totalmente imposible. Sin Víctor, solo siete jugadores se habían desplazado a jugar el partido aplazado de la cuarta jornada, que debía haber tenido lugar el 18 de octubre, lo que no sucedió por la huelga que tuvo lugar en Cataluña por la sentencia del "procés".

En una situación tan extrema, sin pívots, sin prácticamente recambios, el Liberbank Oviedo salió al campo liberado, sabedor de que la presión estaba en el lado rival y que sus opciones de ganar el partido eran prácticamente inexistentes. Y así, sin presión, protagonizaron una salida fulgurante, con una acierto extraordinario desde la línea de triple, que llevó al equipo de Oviedo a alcanzar una renta de 17 puntos (17-34) a falta de 9.40 para irse a los vestuarios. El nivel de acierto no se podía mantener todo el tiempo y las cosas fueron volviendo al cauce esperado, La renta de los asturianos al descanso era de solo dos puntos (44-46).

Las primeras ventajas del Lleida en el inicio de la segunda parte parecía que daban a entender el inicio de una victoria segura para los locales. Pero ni mucho menos. Después del 50-46, el Liberbank endosó a su rival un 0-11 (50-57) que disparó las esperanzas a 6.22 de acabar el tercer cuarto. Una pequeña renta que el empeño de estos gigantes fue capaz de mantener hasta el final para lograr la tercera victoria de la temporada de un OCB que ayer resucitó a lo grande.