El Liberbank Oviedo Baloncesto está lanzado y ni las bajas pueden frenar el ímpetu de un equipo que quiere salir de la zona de abajo de la clasificación lo antes posible. Hoy se impusieron al Granada por 82-81 a pesar de que volvieron a sufrir las bajas de sus dos pívots, Oliver Arteaga y Devin Wright, y de que enfrente tenían a un conjunto que precisamente destaca por su potencial en el juego interior, con jugadores del talento de Guille Rubio, de la potencia de Watson o del tamaño de Sergio Olmos.

El encuentro de esta tarde en Pumarín fue otra demostración de que, gane o pierda, el equipo ha mejorado mucho sus prestaciones tras la llegada de Geks y Jorge Sanz. Especialmente significativo es la concentración y la determinación con la que se ve a los jugadores sobre la cancha. Todo ello acompañado por el enorme nivel que están ofreciendo Jakstas y Nuutinen, dos jugadores muy exigidos por las bajas de los pívots y que se están multiplicando en ataque y en defensa. Si ya hicieron un trabajo espectacular en la heroica victoria de Lérida, esta tarde volvieron a dar un recital.

Ante el Granada hizo falta también esa pizca de suerte que le faltó en otros partidos, pero lo cierto es que, tras un inicio en el que Granada cogió una renta de 10 puntos (7-17), el Oviedo Baloncesto hizo un trabajo soberbio, cogiendo una renta de cinco puntos (77-72) a 4.09 del final. Aún así, el Granada fue capaz de adelantarse de nuevo en el marcado (78-79) a 1.59 del final. Comenzó un intercambio de canastas que acabó con el balón en las manos del visitante Kapelan a 19 segundos del final, con el marcador que al final acabaría siendo el final: 82-81. El bosnio erró su intento y la victoria se quedó en un Pumarín que estalló de alegría.