Con la victoria del viernes ante el Sporting B (1-0), Oli se convirtió en entrenador centenario del Marino en competición liguera. En sus cien encuentros en el banquillo azulón, el ovetense ha cosechado 58 victorias, 27 empates y 15 derrotas. Y todo apunta a que esta cifra irá medrando, como mínimo, hasta final de temporada. "Estamos encantados y confiamos en poder disfrutarle todo lo que podamos", asegura el presidente, Luis Gallego.

La trayectoria de Oli desde su llegada a Luanco, en la temporada 2017-2018, ha sido siempre ascendente. En la primera campaña, el equipo acabó la Liga tercero, por detrás de Oviedo Vetusta y Langreo, para caer en la primera fase del play-off de ascenso a Segunda B ante el San Fernando. En ese curso, en el que los de Miramar sólo perdieron cuatro partidos en Liga y uno en la fase de promoción, el carbayón ya dejó claro lo que quería de los suyos: un bloque conjuntando, sólido en defensa.

Esa idea cuajó la temporada siguiente (la pasada), en la que el Marino acabó segundo con 90 puntos (los mismos que el campeón, el Lealtad) y sólo cayó en dos encuentros. El play-off de ascenso, en el que no encajaron ni un solo gol en los seis encuentros disputados -tres victorias y tres empates- fue la puesta en escena del estilo de Oli. Consiguieron el ascenso.

En la presente campaña, ya en Segunda División B, el Marino sigue mostrándose como un equipo duro y difícil de superar. A falta de los resultados que puedan darse hoy, los de Luanco marchan decimosegundos, con tres puntos de renta sobre el descenso y por encima de equipos con presupuestos infinitamente superiores al de los gozoniegos, como el Real Madrid Castilla. El objetivo de los luanquinos para este curso es la permanencia.

"Cuando llegué no me esperaba llegar a tantos partidos. Vine para afrontar el reto del ascenso el primer año y estoy muy satisfecho de que el proyecto haya ido creciendo año a año", afirma Oli, que destaca la sintonía con el presidente, Luis Gallego, y con sus jugadores, como las claves de la progresión que han vivido en Miramar en los últimos años. Sobre su futuro, y pese a que no esconde que le gustaría crecer en lo deportivo, no tiene dudas: "No me quita nada de tiempo. Sé que si ambas partes queremos seguir, nos llevará 20 minutos negociar la continuidad".

Lo mismo afirma el presidente, que destaca "la generosidad y humildad" de su entrenador: "Cuando vino, el Marino necesitaba un Oli y Oli un Marino. Espero que podamos disfrutarlo por mucho tiempo".