La selección española femenina de balonmano rompió todos los pronósticos y disputará por primera vez en su historia la final de un Mundial, tras imponerse en las semifinales a la todopoderosa Noruega, a la que dejó en tan sólo nueve goles en la segunda mitad. Tres de ellos cuando la victoria ya era un hecho para el equipo español y que reflejó mejor que nada la auténtica lección defensiva de las "Guerreras", que a base de inteligencia, agresividad y, sobre todo, piernas y más piernas sellaron el billete para la final, que se jugará mañana (12.30, hora española) contra Holanda (33-32 a Rusia).

Y donde no llegó la defensa española aparecieron siempre las porteras. Darly Zoqbi, que detuvo dos penalties, y, cómo no, una de nuevo inconmensurable Silvia Navarro, que con sus paradas acabó por tumbar al gigante nórdico. España no tuvo nunca duda de que la clave para derrotar a la todopoderosa Noruega pasaba por una formidable defensa y en ataque cuidar como nunca cada posesión para evitar las pérdidas de balón, el combustible que alimenta el letal juego de contraataque nórdico.

Y vaya si cuidaron el balón las "Guerreras", que tuvieron la paciencia necesaria en ataque para mover y mover la pelota hasta generar los espacios para llegar el gol. Una pausa que no sólo permitió a España batir con asiduidad el marco rival, sino que además, y quizá lo más importante, impidió a Noruega correr.

Obligadas a jugar en estático, las nórdicas no tardaron en comprobar la solidez defensiva del equipo español, que se mostró como el impenetrable muro ante el que se estrellaron con anterioridad rivales de la talla de Rumanía, Hungría o Montenegro.

"Estamos felices", declaró el seleccionador español, Carlos Viver, que felicitó a sus jugadoras: "Han estado respetuosas hasta el final, cumpliendo con todo lo que se les mandaba. No nos salimos del guión y conseguimos una victoria en la que hemos creído. Han soñado muy fuerte para meterse en la final. Estamos en una nube y ahora tenemos que creer. que podemos ser campeones del mundo".