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La soñada doble subida a La Farrapona

La necesidad de que Castilla y León asfalte cuatro kilómetros para enriquecer la etapa de la Vuelta

Miguel Indurain, a la derecha, uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos, señala junto a Osvaldo Menéndez el alto de La Farrapona durante la presentación de la Vuelta. O. M.

El 20 de enero de 2011 escribía aquí en LA NUEVA ESPAÑA un primer capítulo de una obra que se iba a llamar "La Farrapona" y que definíamos como "una cumbre mágica y encantada". La presentábamos como un escenario ideal para el mundo del deporte que es el mejor de todos cuando se interpreta con esmero, fuerza y cariño. Estábamos trabajando en Unipublic en la organización de todo un campeonato de Mundo por las calles de Madrid cuando nos dijeron que los últimos siete kilómetros que faltaban por asfaltar en La Farrapona ya lo estaban. Fue como un culín de sidra suave y espumosa que nos alegró a todos y que por suerte tuvo muchos más a lo largo de los años, hasta que por fin se dio el gran salto para convertirla en un final de etapa el 3 de septiembre de 2011.

Abraham Olano y Paco Giner la subieron seis o siete veces, aunque a la primera ya estaban convencidos de que sería un gran escaparate para hacer un poco más grande la Vuelta ciclista a España. Cuando la Vuelta subió a Somiedo y a su Farrapona el 3 de septiembre se destaparon todas las maravillas de un territorio que estaba hasta entonces marcado por el Trasgu, Busgosu, Nuberu y las Xanas, por ejemplo, o por los osos, los rebecos, los ciervos, los corzos o los jabalíes en un gran parque natural.

Entre el 2005 y el 2008 que nos dejó Enrique Franco, al que los periodistas deportivos asturianos premiamos cuando se creó el premio "Rey Pelayo" para agradecerle lo que había hecho a lo largo de su carrera profesional por el deporte de Asturias, tuve la oportunidad de hablar con él de Somiedo y de las muchas horas que mi padre en su juventud había dedicado a recoger la yerba que alimentaba las vacas de esa zona privilegiada de Asturias. Todo mezclado con una gran dosis de presión cariñosa para que se subiese por primera vez a La Farrapona.

Luego promocionamos Somiedo durante un año, después de la mano de Belarmino Fernández y su equipo en la Alcaldía, organizamos todo de forma perfecta y la primera subida constituyó un éxito de público y de imágenes. Después llegó la escalada del año 2014 en una etapa que había salido de San Martín del Rey Aurelio y en el próximo año 2020, tras celebrarse los Juegos Olímpicos de Tokio, se volverá a subir el 29 de agosto en una jornada de 170,2 kilómetros con salida desde Villaviciosa, a 20 metros con relación al mar, para terminar a 1.708, metros tras superar La Colladona, La Cobertoria, San Lorenzo y La Farrapona.

He tenido la gran fortuna de vivir mis mejores años como periodista deportivo junto a Miguel Indurain, por ello a la hora de hablar de la edición de la Vuelta 2020 tuvimos tiempo para hablar también de La Farrapona. Y hablamos de lo que falta, de lo que algunos buscamos desde 2011: que La Farrapona se suba dos veces. Eso es posible, aunque hasta ahora lo ha sido.

A La Farrapona le queda otro capítulo por escribir y es la doble subida. Para ello desde Castilla y León sus políticos deben asfaltar cuatro kilómetros de carretera. Sí, solo cuatro kilómetros, algo que no han hecho por razones que no son fáciles de entender desde mi posición de periodista deportivo.

Si asfaltan los 4 kilómetros que van desde La Farrapona a Torrestío, en el municipio de San Emiliano, en territorio de Babia, se podrían subir dos puertos de forma continua. Se podría subir San Lorenzo y La Farrapona, y volver a subirlos tal y como hacen en Italia para potencia y dar grandeza al Giro cuando se dispone de dicha posibilidad geográfica. Quiero pensar y pienso que al expresidente de Castilla y León Juan Vicente Herrera no le gustaba nada el deporte, por ello no apostó por asfaltar esos cuatro kilómetros. Ahora todo está en manos de la Diputación de León y por ese camino el asfalto puede llegar. Tan sólo hay que darse cuenta de lo muchísimo que se beneficiaría toda la zona de San Emiliano y un territorio que está cargado de belleza en León.

Miguel Indurain, que aprendió a subir a pesar de su altura y sus kilos y que ganó muchas etapas sabiendo reservar fuerzas para luego recuperar bajando y atacar en el tramo final, sabe que una doble sesión de La Farrapona sería grandiosa y que debe realizarse a más tardar dentro de tres años si el asfalto baja hasta Torrestío.

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