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El Hijo De Esther

Jerarquía

Decía mi "admirado" Jorge Valdano que el fútbol es un estado de ánimo y tenía razón. Al menos así se ha demostrado esta semana cuando varias generaciones de seguidores, jugadores y directivos blaugranas se han ilusionado con un entrenador que era al menos el cuarto en la lista de sustitutos para el injustamente denostado Valverde. Y más después del ridículo de su cese y la contratación durante un proceso demasiado público y bastante grosero.

El fútbol es un estado de ánimo, de ánimo exaltado si nos atenemos a las declaraciones el director deportivo del Sevilla, que clamaba por la anulación de un gol ante el Madrid cuando su equipo se comportó en el Bernabéu como un once defensivo y, como los equipos del Cholo, cicatero y mezquino, futbolísticamente hablando.

Es más, Monchi aseguró que si le anulan el segundo gol hubiera sacado del campo al equipo. Pues fue una pena que no lo hiciera porque manda narices que a Munir le dé el balón tres veces en el brazo (las dos primeras cuando cae al suelo y la tercera al levantarse) y el golito suba al marcador por obra y gracia del VAR este, que solo da problemas, confusión y muy poca claridad.

También el fútbol es un estado de ánimo cuando ves al Kroos del año pasado y ves al Kroos de esta temporada. Nada que ver el uno con el otro y si no fuera rubio teutón yo diría que nos lo han cambiado. Cuando se fue de vacaciones a Munich este pasado verano, volvió el verdadero y se quedó en la capital bávara un primo suyo que tenía dos pies izquierdos y que pasó una temporada en Madrid de vacaciones.

Tampoco le voy a dar toda la razón a Valdano, porque, aunque aceptando lo del estado de ánimo, yo creo que el fútbol es también una cuestión de jerarquía (dejamos de lado calidad, preparación física, velocidad, técnica y demás que se dan por supuestas en un jugador de élite), y para jerarquía la de Sergio Ramos. Podremos decir muchas cosas de él y muchos las dirán sin ruborizarse, pero cuando él falta el Madrid se resiente y la defensa se vuelve blanda y franqueable. El ejemplo lo vimos el sábado contra el Sevilla. Bueno, y que también estaba Marcelo, que una vez más hizo aguas (y no menores) en la zaga blanca.

Hablaba de Sergio Ramos, al que se echa mucho en falta cuando no juega por la contundencia atrás, pero se nota aún más a la hora de construir la jugada en ataque estático, pues a la hora de sacar el balón ni Varane ni Militão son unos virtuosos, y Ramos consigue que la transición sea mucho más sencilla porque tiene clase para dar y tomar. Si la saca Sergio, sale bien; si no la saca Sergio... a temblar.

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