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El estilo solo da para un gol

El debut de Setién se salda con una victoria mínima del Barça, que tuvo un 82,6 por ciento de posesión y mejoró con Riqui Puig

Messi, Ansu Fati, Riqui Puig y Arturo Vidal celebran el gol de la victoria del Barça. ALBERT GEA / REUTERS

Con Quique Setién, el Barcelona recuperó el estilo (82,6 por ciento de posesión) y también los problemas para transformar tanto dominio en ocasiones y goles. En el estreno del cántabro solo hubo uno ya avanzado el partido, con dos asteriscos: el Granada jugaba con diez y en el césped ya estaba Riqui Puig, el canterano elegido para dar otro aire a un centro del campo anquilosado. Con Riqui empezó todo porque se fue con un optimismo juvenil a presionar a Antonio Puertas y, a partir de ahí, llegó una circulación rápida y precisa que acabó con un taconazo de Arturo Vidal para Messi en una posición mortal para Rui Silva. Bastó un toque suave con la derecha del "10" para acabar con el agobio y prolongar el impulso anímico que dio al barcelonismo el relevo en el banquillo.

Con la tablilla de la alineaciones en la mano, nada parecía haber cambiado en el Barça. Ansu Fati era la única novedad, casi obligada por las ausencias de Luis Suárez y Dembélé. Con los mismos jugadores, sí cambió un estilo que primó la posesión del balón y la presión adelantada para recuperarlo rápido. Por ese lado, Setién aprobó el primer examen. El Granada inquietó por primera y única vez a Ter Stegen en el minuto 66, cuando Eteki aprovechó una pérdida de Sergi Roberto para lanzar un chut que se estrelló en el poste.

No fue el Barça vulnerable de los últimos tiempos de Valverde, aquel equipo que se partía en dos y obligaba a su portero a encadenar milagros. Pero tanta preocupación por la seguridad en el pase le convirtió en un "once" previsible, relativamente fácil de contrarrestar para un bloque sólido como el del Granada. Aún así, Ansu Fati tuvo tres ocasiones en el primer tiempo, que acabó con la típica conexión Alba-Messi, pero esta vez con remate al lateral de la red.

Tras madurar a un rival que no hacía otra cosa que correr detrás del balón, el Camp Nou esperaba que su equipo se soltase tras el descanso. Pero el atasco siguió hasta que Germán vio la roja, Riqui Puig refrescó el ambiente y Messi puso la guinda a una de las pocas jugadas dignas del líder de la Liga.

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