A diferencia de lo ocurrido hace cinco años, cuando la "crisis de Anoeta" se llevó por delante al director deportivo, Andoni Zubizarreta, de momento en el Barcelona han decidido cerrar filas. Por lo menos de puertas afuera, ya que habrá que estar atento a los acontecimientos. Internamente todo sigue igual porque el secretario técnico, Eric Abidal, se mantiene en el cargo cuando durante la jornada se llegó a dar por segura su salida por su enfrentamiento con Leo Messi. El mensaje del argentino en Instagram, pidiendo a la dirección deportiva que asumiese sus responsabilidades en la destitución de Ernesto Valverde, convulsionó al club azulgrana y al mundo del fútbol, hasta que llegó la respuesta, aunque tuviese carácter oficioso: "Hablando se entiende la gente".

Ese fue el mensaje que salió del club después de más de 24 horas de dimes y diretes. Tras el rifirrafe dialéctico entre Messi y Abidal del martes, el presidente del club, Josep Maria Bartomeu, contactó con ambos para conocer sus versiones y limar asperezas en busca de un escenario de paz. Bartomeu regresó urgentemente desde Bruselas, donde se encontraba representando al Barça en una visita al Parlamento Europeo en la que se promocionó la ciudad de Barcelona.

Después de escuchar a las dos partes, Bartomeu cerró la jornada con una reunión con Abidal y el director ejecutivo del club, Óscar Grau, tras la que se dio por segura la continuidad del secretario técnico. Según el diario Sport, del mismo grupo que LA NUEVA ESPAÑA, Abidal y Messi se han reconciliado y el objetivo es mantener la unidad para alcanzar los objetivos deportivos para esta temporada, en la que el equipo aspira a ganar tres competiciones: Liga, en la que está a tres puntos del Madrid; Copa del Rey, donde hoy se juega la continuidad frente al Athletic a partido único; y Liga de Campeones, con la eliminatoria de octavos a la vuelta de la esquina, frente al Nápoles.

Sin embargo, la escaramuza del martes puede ser interpretada como un capítulo más de los desencuentros entre la plantilla barcelonista y la junta directiva presidida por Bartomeu. Las palabras de Abidal que molestaron a Messi ("muchos jugadores no estaban satisfechos, ni trabajaban mucho", en referencia al anterior entrenador, Ernesto Valverde) reincidían en mensajes anteriores, siempre de forma indirecta, en la que se ponía énfasis en el poder del núcleo duro del vestuario, que comprometía las decisiones de la junta.

La inmediatez del partido de Copa de hoy en San Mamés obligó a los responsables del Barcelona a este prietas las filas. Los resultados pueden reabrir la crisis o cerrar heridas, como ocurrió en la temporada 2014-15, en otro episodio con Messi por el medio. En el primer partido tras el parón navideño, el entonces entrenador, Luis Enrique, dejó en el banquillo de Anoeta al argentino, que se había reincorporado apenas dos días antes a los entrenamientos tras las vacaciones. Hubo un enfrentamiento en el vestuario de Anoeta y, durante unas horas, el puesto del técnico asturiano corrió peligro. Pero Bartomeu salió del paso con la destitución del director deportivo, Andoni Zubizarreta, que en todo momento había respaldado la decisión de Luis Enrique. Al final de aquella temporada, con el tridente formado por Messi, Luis Suárez y Neymar a pleno funcionamiento, el Barcelona ganó el triplete: Liga, Copa y Liga de Campeones.

Ahora, con el comodín del entrenador ya amortizado, la situación deportiva resulta mucho más precaria. Neymar ya no está, Luis Suárez estará fuera del equipo cuatro meses por una lesión de rodilla y Messi se ha reservado una cláusula en su contrato, que finaliza en 2022, que le permitiría marcharse si contraprestación económica al final de esta temporada y de la próxima. Aunque el argentino aseguró después de conocerse públicamente este detalle que su intención sigue siendo acabar su carrera deportiva en el Barcelona, episodios como el del enfrentamiento con Abidal no ayudan a tranquilizar al entorno barcelonista. Aunque, según las personas más próximas a la estrella argentina, la clave de la continuidad de Messi va más por los resultados deportivos que por su relación con los dirigentes, que nunca ha sido fluida. Así que todo dependerá de cómo ruede el balón para el Barcelona de Messi a partir de hoy.