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En territorio comanche

Cabezones olímpicos, por Pablo González

El COI cede y suspende los Juegos de Tokio a pesar de su resistencia numantina

Cabezones olímpicos, por Pablo González

Al final hubo manera. No habrá Juegos Olímpicos este verano y se desplazarán, al igual que otras grandes citas deportivas como la Eurocopa de fútbol, al año 2021. Desde que comenzó la crisis del coronavirus, el COI, como otros grandes organismos del deporte (UEFA, La Liga€), se convirtió en una especie de cabestro dando testarazos contra un muro asegurando una y otra vez que habría Juegos, que ni cancelación ni aplazamiento, que la vida seguía igual.

Lo hizo incluso cuando los deportistas, las federaciones y algunos comités olímpicos nacionales, caso del español, alzaron la voz para exigir la cancelación de los Juegos ante lo que estaba sucediendo y la imposibilidad de que los atletas pudieran entrenarse. Y el COI, don erre que erre. Había, hay, mucha pasta en juego, mucha guata que los señores de la corbata de Lausana no querían ver volar. El resto, lo de que había que resistir por el espíritu olímpico o vender que nunca se habían suspendido unos Juegos salvo por las guerras mundiales y la china-japonesa, milongas de malos trileros.

Los señores del COI empezaron a ver las orejas al lobo cuando federaciones de Estados Unidos como la de natación, una de las más potentes, se unió a los que abogaban por la suspensión de los Juegos. Entonces sí, la nave de los gestores olímpicos empezó a virar. Y no porque tengan una especial sensibilidad por un deporte como el de la natación, no, sencillamente porque buena parte de la caja que hace el COI durante los Juegos procede del dinero de las televisiones yanquis.

Hace ya unos días que se sabía que no habría Juegos, pero don erre que erre seguía empeñado en no hacerlo oficial. Quería tirar hasta donde pudiera no fuera a ser que alguien obrara un milagro y de la noche a la mañana erradicara la emergencia sanitaria mundial provocada por el coronavirus. Finalmente ha tenido que ser el gobierno de Japón, país organizador, el que diera el paso y dijera "hasta aquí hemos llegado".

La caída de los Juegos supone un ejemplo más de cómo el coronavirus está afectando a la sociedad mundial. Sólo queda en pie el Tour, y ya veremos. Este verano el calendario deportivo estará en blanco, salvo que Tebas cumpla con su amenaza de acabar la Liga por encima de todo aunque haga falta disputar partidos cada dos semanas. Cierto es que los clubes profesionales tendrían muy complicado cerrar el ejercicio económico sin el dinero de las televisiones que aún tienen pendiente de cobrar. ¿Pero no le ocurre lo mismo a miles de empresas y autónomos? Pues eso.

Ahora, sin Juegos, tocará rehacer el calendario de todos los campeonatos previos de clasificación para la cita que, en otro acto de cabezonería del COI, seguirá denominándose Juegos Olímpicos de Tokio 2020 como si aquí no hubiera pasado nada. Visto lo visto, ni honor ni gloria para estos cabezones olímpicos.

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