Gregorio Benito, histórico jugador del Real Madrid que lideró la zaga merengue en los años 70 y 80, falleció ayer a los 73 años como consecuencia de una larga enfermedad. Con él, se apaga el recuerdo de un defensa agresivo y valiente. Un zaguero de los de antes.
"Era durísimo y muy fuerte. No era especialmente alto, pero duro como una piedra. Muy complicado de rebasar", recuerda de él Vicente González-Villamil, tirando de recuerdos de los Madrid-Oviedo de aquella época. "Tenía otra virtud destacada, que era muy rápido. Y en un equipo atacante como el Madrid era una ventaja importante, porque permitía al equipo defender lejos de su área", añade Vicente. "Eso sí, cuando pitaba el árbitro, todo se acabó. Era encantador fuera del césped", culmina.
Benito llegó al Madrid con 16 años para llegar hasta el primer equipo y marcar una época. Disputó con los merengues 420 encuentros en las 13 temporadas (entre 1969 y 1982) en las que vistió la zamarra blanca. Ganó 6 ligas y 5 copas y fue 22 veces internacional con España.
"Era duro y contundente, un grandísimo central", afirma José Antonio Redondo, también defensa en un Sporting que hizo sufrir a Benito durante sus últimos años como madridista. "Recuerdo la semifinal de Copa del Rey en el Bernabéu, en 1981, que jugamos contra ellos. Abel metió tres goles (2-3) y los eliminamos. Benito no había jugado, pero nos lo encontramos cuando acabó el partido. Vino y le dijo a Abel: 'Tienes suerte de que no haya jugado yo, porque entonces no hubieras metido ni uno'", explica, entre risas, el de Turón, definiendo así el competitivo carácter del futbolista blanco. "Los marcajes que hacía Quini eran increíbles. Sabía que El Brujo era peligroso, que si le dabas un metro te la armaba. Benito le repetía en el campo: 'No la vas a tocar, no la vas a tocar'. Mis condolencias para su familia. Ha muerto muy joven", lamenta.
Famosa es la anécdota de Benito con Quini, que recuerda la familia del Brujo. Los dos se las tenían en el campo, pero fuera llegaron a fraguar una amistad. Tanto que Quini lucía en su despacho de Mareo una foto con el defensa del Madrid algunos años después de retirarse. La instantánea tenía una dedicatoria de Goyo Benito: "Como te pongas pijo, te doy otra patada".
