Iván Ania tenía 15 o 16 años, no lo recuerda con exactitud, cuando Radomir Antic le citó para entrenarse con el primer equipo. En su primera sesión, el serbio le dio una cinta de vídeo VHS. "Tenía imágenes del Ajax con ejercicios de técnica y diversos regates. Me dijo que copiara la cinta y que antes de cada entrenamiento tenía que enseñarle uno de los regates que salían en el vídeo", relata el exjugador azul. La anécdota hay que contextualizarla, de aquellas no era común el empleo de vídeos, y define a la perfección a un entrenador, Radomir Antic, de ideas fijas y métodos novedosos en muchos aspectos. El serbio falleció ayer en Madrid a los 71 años tras sufrir una larga enfermedad. Historia del fútbol español; el único que entrenó a Madrid, Barça y Atlético; deja como legado dos etapas bien diferentes en el Oviedo, club al que ligó una parte importante de su trayectoria en los banquillos.

Eugenio Prieto fichó a Radomir Antic en febrero de 1992, con el objetivo inmediato de enderezar la nave azul en una campaña en la que había caído Irureta. "Llegaba después de haber entrenador al Madrid. Un técnico de gran prestigio", recuerda Prieto; "en esa etapa, el Oviedo se consolidó en Primera. Fue una época muy buena en la que se consiguieron los objetivos deportivos y además practicando buen fútbol". Carlos Muñoz estaba en aquel equipo: "Sacó lo mejor de mí y me hizo sentirme importante en la primera etapa que estuvo en el Oviedo. Fueron unos años muy buenos en los que el equipo estuvo a un gran nivel en Primera".

Antic salvó al Oviedo en la 92/93 y cosechó dos novenos puestos en la 93/94 y en la 94/95. Lo hizo con plantillas que aunaban futbolistas de primer nivel internacional (Jokanovic, Prosinecki o Jerkan) con chavales surgidos de la cantera. Armando, que había debutado con Jabo Irureta, se consolidó en Primera con Antic. "Fue una persona clave en mi carrera, siempre confió en mí. Quería que tratáramos bien al balón, que llegáramos por banda y con velocidad. El año de Prosi jugábamos con las líneas muy adelantadas. Ese equipo jugaba muy bien al fútbol", subraya Armando.

El caso de Armando no fue aislado. Antic apostó por Suárez desde el Madrid juvenil. Le dio la alternativa a César e Iván Ania cuando eran juveniles. También a Sietes o Manel. "Si tenía que tirar de los chavales no tenía problemas. No le importaba lo que dijeran", expone Ania. " A mí me cambió la vida. Apostó por mí de forma decidida. Transmitía mucha confianza a los jugadores: yo jugaba de lateral con el 11 a la espalda. Me decía que era para que pensase de manera ofensiva", relata Sietes. "Si confiaba en alguien, le daba todo. Mira Prosi. Venía tocado del Madrid y él le recuperó como futbolista", interviene Armando.

En algunos asuntos, el serbio parecía ir algunos pasos por delante. "Los miércoles por la tarde siempre se organizaba un partido entre jugadores del Oviedo y algún equipo de Tercera o Preferente. Con el Oviedo jugaban los futbolistas sin minutos el fin de semana y los más destacados del Vetusta y del juvenil. Le gustaba estar cerca del canterano", señala Iván Ania. De aquellas era común su imagen con su perro "Ástur", un bulldog, paseando por El Requexón. Dicen que incluso llegó a suspender un entrenamiento porque "Ástur" estaba enfermo.

Aquel Oviedo logró mejor imagen que resultados, pero se consolidó como un equipo atractivo en la élite. Del Tartiere se mudó al Calderón, donde alcanzaría la gloria: Liga y Copa en su primera campaña, 95/96 con los colchoneros. Tras su periplo en el Atleti, regresó a Oviedo (2000/01), pero ya nada sería lo mismo. "Le gustaba hacer piña con su grupo de trabajo. Era meticuloso, le gustaba controlar todo y veía bien el fútbol", indica Quique Marigil, su segundo aquella campaña. "Venía consagrado pero no logramos sacar frutos fuera de casa. Eso nos condenó", señala Iván Ania sobre una temporada que acabó con el equipo en Segunda. Tampoco para Carlos fue un buen regreso: "Vine de México y después de estar tres meses entrenando, no contó conmigo y fichó a Collymore". Tras esa segunda mala experiencia en Oviedo, entrenaría al Barcelona y al Celta,

Cuando se pide una aproximación al Antic más personal, todos coinciden: tenía una personalidad "muy exigente". "Marcaba distancias con el jugador, pero le gustaba hablar, mostrarse cercano al futbolista", dice de él Armando. "Ha sido de los mejores entrenadores que he tenido, y un amigo", interviene Carlos. "Su prestigio está fuera de toda duda, solo hay que ver su curriculum", asevera Eugenio Prieto. "Muchos jóvenes llegamos a ser profesionales gracias a su trabajo", cierra Sietes.