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La mayoría de edad deportiva de Marta Suárez

La jugadora ovetense da un gran salto en su carrera con el fichaje por la Universidad de Tennessee

Fotomontaje con Marta Suárez con la camiseta del equipo de la Universidad de Tennessee.

A pocos días de cumplir la mayoría de edad, Marta Suárez recibió el mejor regalo al que puede aspirar una jugadora de baloncesto en formación: fichar por una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos. Marta Suárez Rodríguez (Oviedo, 7 de mayo de 2002) ha quemado a toda prisa las etapas de su aún corta carrera deportiva y ahora solo la crisis sanitaria pone en duda su proyectado viaje hacia Knoxville, la ciudad donde tiene su sede la universidad. "Siempre fue mi ilusión y lo tuve como un objetivo", asegura.

Desde que con 7 años se decantó por el baloncesto, aunque le gustaba casi más el fútbol, Marta Suárez no ha pasado desapercibida en las canchas. Primero en las de su colegio, Santa María del Naranco, después con el Oviedo Baloncesto y desde 2018, poco después de lograr la medalla de bronce con la selección española en el Europeo sub-16, en el Segle XXI, el equipo que reúne en Barcelona a las jugadoras más prometedoras de España. Tras una primera temporada de transición, en la actual se convirtió en una referencia de su equipo y de la categoría.

"Hay que tener en cuenta que en mi primer año fuera pasé de la liga cadete asturiana a la Liga Femenina 2, una categoría con muchas jugadoras veteranas y fichajes extranjeros", explica Marta Suárez desde su casa en Oviedo, donde pasa el confinamiento desde que se canceló la competición. Hasta ese momento, los números de la ovetense dejaban a las claras su progresión: 25,31 minutos de media en los veinte partidos disputados, con 12,7 puntos, 46 por ciento en tiros de dos, 34,6 en triples, 5,6 rebotes y 10,1 de valoración. "Me tocó dar un paso adelante y madurar", remata la alero de 1,87 sobre un rendimiento que le acabó de abrir las puertas del baloncesto universitario estadounidense.

Suárez se decantó por la Universidad de Tennessee hace apenas una semana, después de valorar varias ofertas. "Ahora, al final, dudaba entre cuatro y también se me pasó por la cabeza quedarme en España", apunta, para justificar después de su decisión: "Me convenció la entrenadora, Kellie Harper, que es la sucesora de Pat Summit, un icono del baloncesto femenino universitario. Estuvo 35 años de entrenadora y con ella Tennessee ganó ocho campeonatos".

En el salto a Estados Unidos también influyeron las facilidades que allí encuentran los deportistas para estudiar y jugar. "El modelo que tienen allí me permite entrenar al máximo nivel. Los deportistas son los primeros en escoger los horarios porque se entiende que lo necesitan, y nos ponen tutores específicos para cada materia". Lo que aún no tiene decidido es en qué carrera matricularse de la rama de Ciencias. "No hay prisa porque en los dos primeros años de carrera no tienes que especializarte", aclara.

Y, aunque admite la importancia de la preparación académica, mantiene una idea que ya exponía en LA NUEVA ESPAÑA hace dos años, después de contribuir decisivamente a la obtención de la medalla de bronce de la selección española sub-16 en el Europeo de Lituania: "Prefiero ser jugadora profesional de baloncesto que la mejor médica de España".

El salto a la liga universitaria estadounidense le acercará un poco más a ese objetivo, sin perder de vista los veranos en las categorías inferiores de la selección española, con las que tiene una cuenta pendiente. Después del éxito en el Europeo, se quedó fuera del Campeonato del Mundo de su categoría por una lesión que ya está olvidada. Así que espera seguir subiendo escalones para imitar algún día a su jugadora favorita, Alba Torrens.

Durante estos días intenta mantener el tono físico en su casa, ahora que ya ha descartado su participación en los campus de verano de su nueva universidad. Tiene la vista puesta en la tercera semana de agosto, cuando viajará a Estados Unidos, si el virus no lo impide: "Espero que para entonces ya haya vuelos internacionales".

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