Pese a las restricciones de contacto físico derivadas de la epidemia de coronavirus, la iglesia de San Nicolás de Bari fue un hervidero de gente deseosa de testimoniar sus respetos a la familia de Campanal. Ya durante la mañana, el goteo de gente fue incesante e la capilla ardiente del deportista, instalada en el tanatorio del Montán. Se expresaba dolor por la pérdida de una leyenda deportiva, pero no era menos la sensación de vacío por tener que decir adiós a un avilesino de bien que tenía amigos por doquier. La Alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, que acudió al tanatorio a mediodía acompañada por la concejal de Deportes, Nuria Delmiro, habló de Campanal con gran cariño y le describió como un "embajador de Avilés" y "referente deportivo".
Fernando Arias, atleta veterano como lo fue el mismo Marcelino Vaquero, sabe por experiencia propia del esfuerzo que supone competir cuando los años pesan y las condiciones físicas merman. "Pero en el caso de Marcelo los años parecían no importar, se perdía la cuenta de las medallas que ganaba ya tuviera 60, 70 u 80 años. Sin duda, en esas gestas algo tuvo que ver su privilegiada genética, pero hubieran sido imposibles sin constancia en los entrenamientos y sin los hábitos de vida saludables que siempre practicó Campanal".
Ramón Álvarez, "Monchi", uno de los futbolistas avilesinos que hizo carrera de Despeñaperros para abajo, en concreto en el Granada, evocó a Campanal como "un fenómeno en toda Andalucía", pues recuerda que durante su paso por el equipo nazarí "se hablaba tanto o más del jugador avilesino y de sus despliegues físicos que de los de casa".
El entrenador Raúl González, de dilatada experiencia, coincidió con Campanal en la mítica escuela de fútbol del Ensidesa y fue testigo de excepción de la incursión de Marcelino Vaquero en los banquillos. "Había colgado las botas unos años antes y sacó el título de entrenador. Su debilidad era la preparación física de la flor y nata de la cantera, aunque llegó a entrenar durante un año al equipo juvenil. Lo acabó dejando; a mí me dijo que sufría demasiado, que ser el 'míster' envejecía".
El féretro con los restos mortales de Marcelino Vaquero entró en la iglesia de San Nicolás portado por hijos y nietos del deportista. Una ovación rompió el emotivo silencio como cuando la afición de un equipo de fútbol celebra un gol importante. Los ecos de los aplausos se confundieron con las notas del himno del Sevilla, tocado ex profeso por el organista Chema Martínez. Ese himno que en su estribillo dice "sevillista seré hasta la muerte" y que Campanal tanto honró.