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Berto Toyos, el adiós de un grande

El capitán del Llanes se retira discretamente tras una larga carrera marcada por la excelencia deportiva y la humildad

Berto Toyos, con el trofeo de la Copa Federación ganada con el Llanes. E. M.

En estos tiempos convulsos en los que casi todo lo invaden la maldita pandemia y el contumaz e incomprensible comportamiento infantiloide y tabernario de los mandatarios más lamentables de la democracia, nuestra sociedad corre el riesgo de que noticias con cierta trascendencia en el ámbito local y regional pasen desapercibidas.

Uno de esos acontecimientos dignos de ser reflejados convenientemente es la retirada del último capitán del Club Deportivo Llanes, Alberto Toyos Fuentecilla, para los llaniscos simplemente Berto. Al igual que su comportamiento en los campos, inmaculado, su despedida ha correspondido a su proceder en su larga carrera: discreta, silenciosa y humilde. Porque Berto se ha distinguido por mostrar su jerarquía en el campo sin levantar la voz, sin intimidar al contrario, al árbitro y mucho menos al compañero, mostrando siempre una cara de jugador leal, duro pero noble, responsable y eficaz. Y todo ello desde la tranquilidad, el respeto y el esfuerzo.

Tanto en la posición de mediocentro, que a veces ocupó, como desde su habitual puesto de defensa central, las lecciones magistrales de Berto en colocación, anticipación e inteligencia siempre fueron sencillas de entender, sin darse importancia, como si actuar de último bastión defensivo de un equipo fuera fácil, como si ser un baluarte casi infranqueable le viniera de serie, de nacimiento, de tan natural que parecía cortando un prometedor ataque del rival.

Da un poco de tristeza hablar en pasado de la historia futbolística de Berto, pero su honradez sobre el campo la practica también en su vida personal y, a diferencia de otros ilustres mangantes que pasaron por San José sin mancharse la camiseta, alegando misteriosas lesiones, Berto confiesa que no quiere que los achaques propios de sus 35 años y sus muchas temporadas en los campos le impidan ofrecer al equipo de su corazón hasta la última gota de sudor. Puede decirse que, incluso en el momento de decidir su retirada, Berto ha demostrado preocuparse más por el club que por su devenir deportivo.

Berto pasó muchos años en la prolífica cantera llanisca y jugó su última temporada de juvenil en el Veriña. Pronto regresó para jugar ya en Tercera División y, pese al descenso a Preferente, colaboró para reinstalar al Llanes en categoría nacional, contribuyendo a mantenerlo durante tres temporadas. En 2008 su calidad le llevó al Caudal, donde en su segunda temporada logró el ascenso a Segunda B y, aunque bajó de nuevo a Tercera, consiguió retornar a la categoría derrotando al Yeclano en la 2011-12. Al año siguiente alcanzó el mayor hito de su carrera, al jugar con los de Mieres la liguilla de ascenso a Segunda, eliminando al Cartagena y cayendo ante el Hospitalet. Tras ese éxito fichó por el Avilés, al que también contribuyó a clasificar para los play-off de ascenso a Segunda, aunque antes de concluir la temporada volvió a Llanes para ayudar a que regresara en 2014 a Tercera, categoría donde sus caminos han seguido unidos en las seis temporadas siguientes. Sus grandes éxitos fueron jugar contra el Portugalete la fase de ascenso a Segunda B en 2018 y ganar la Copa Federación en 2019. Su espectacular palmarés, de los mejores de un jugador llanisco, se completa con tres participaciones con la selección asturiana, llegando a ser subcampeón de España en 2011-12.

En resumen, Berto fue dos veces campeón de Tercera con el Caudal, logró sendos ascensos a Segunda B frente a Jumilla y Yeclano, llegó a jugar una liguilla de ascenso a Segunda y con el Llanes jugó una fase de ascenso a Segunda B y ganó la Copa Federación.

Además de su intachable hoja de servicios, Berto fue un central de alcurnia, un tipo que se hacía respetar sin aspavientos, un hombre que, habiendo conocido glorias mayores, no tuvo inconveniente en volver para rescatar al equipo de Preferente y, a base de trabajo y esfuerzo silenciosos, acabó convertido en un estandarte y en un ejemplo para los jóvenes por su disciplina, templanza y modales.

Dicen que todo lo bueno se termina, pero seguro que desde las filas verdiblancas hacen votos para que esto no sea un final sino un "hasta pronto". Porque figuras de esta talla no están hechas para quedarse en la estantería. El fútbol, con mayúsculas, las necesita.

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