El 10 de marzo se disputó el Eibar-Real Sociedad, el último partido de Primera División antes de que la pandemia lo paralizase prácticamente todo en España. Justo tres meses después, el miércoles 10 de junio, volverá a rodar el balón en un campo de fútbol profesional, Vallecas, para completar los 45 minutos del Rayo Vallecano-Albacete, suspendido en su momento por los insultos a Zozulya. Ahora, como aquel lejano martes de marzo, las gradas estarán vacías. Pero eso no rebaja la importancia de las once jornadas que, entre otras cosas, decidirán el título de Liga entre los de casi siempre, el Barcelona y el Real Madrid.

La pandemia ha frenado muchas cosas, entre ellas el fútbol, pero los tres meses sin competición van a deparar una situación insólita en la alta competición: los 20 equipos de Primera División vuelven con sus plantillas casi al completo, sin lesionados de importancia. Entre los beneficiados están tres jugadores clave en sus equipos, que en condiciones normales se hubiesen perdido el final de Liga: Luis Suárez en el Barcelona, y Eden Hazard y Marco Asensio en el Madrid.

Precisamente, ayer recibió el alta médica Luis Suárez, que tuvo que ser operado de menisco tras participar en la Supercopa de España de Arabia Saudí. Esa lesión de larga duración, que le descartaba para el final de Liga y casi para una hipotética final de la Liga de Campeones, obligó al Barcelona a fichar en el mercado de invierno a Braithwaite, del Leganés, ya que la baja del uruguayo se unía a la de Dembélé.

Ahora Quique Setién podrá contar con un seguro de gol, un delantero que llevaba once tantos en los 18 partidos de Liga que disputó. Luis Suárez, además, es el acompañante ideal de Leo Messi, con el que se entiende casi a ciegas. Ellos son determinantes para que el Barça sea, de largo, el equipo más goleador de primera (63). Los problemas azulgrana hay que buscarlos más atrás, en un centro del campo inestable y una defensa que dejan unos números preocupantes en el Camp Nou: con 31 goles recibidos, el Barça tiene a cinco equipos por delante como menos goleados.

Eso, la seguridad defensiva, es la gran fortaleza que permite al Madrid volver a luchar por el título de Liga tres años después. El asentamiento de Courtois en la portería ha contribuido a unos números espectaculares, con solo 19 goles recibidos en 27 jornadas. El tándem Varane-Sergio Ramos sigue siendo una garantía y, además, los centrales viven más tranquilos desde que el lateral izquierdo lo ocupa el francés Mendy.

El déficit madridista sigue remitiendo a la marcha de Cristiano Ronaldo hace dos temporadas. Nadie ha podido compensar el torrente de goles del portugués, pese a la mejoría en ese apartado de Benzema. Por diversas circunstancias, los jugadores que deberían ayudar al francés no han dado el rendimiento esperado. Bale sigue en su mundo, Vinicius no corrige su déficit rematador y las lesiones han frenado a Marco Asensio y Hazard. Su recuperación se antoja clave para estas once jornadas que vienen.

En un final de Liga comprimido en mes y medio, con partidos cada tres días, la profundidad de las plantillas también puede ser un factor importante. En ese sentido, el Real Madrid parece estar más preparado para afrontar el minimaratón. Zinedine Zidane, que hizo de las rotaciones un pasaporte hacia el éxito en la temporada del último doblete Liga-Champions (2016-17) tiene más fondo de armario que Quique Setién, que en sus inicios en el banquillo azulgrana tuvo que echar mano más de una vez del filial. Pero el cántabro no se queja, entre otras cosas porque tiene el comodín de la baraja, Leo Messi. En sus quince temporadas de profesional, el argentino nunca había tenido tanto descanso como el provocado por el confinamiento. El Barça lo necesita para frenar a un Madrid que, con un ojo en Europa, también está hambriento de títulos nacionales.