Solos en la batalla. Silencio, eco, sin cánticos, sin aplausos, sin miradas de expectación, sin gritos, sin silbidos, sin feedback después de cada acciónfeedback. ¿Cómo les afectará a los jugadores la ausencia de su querida afición?

Ésta es la situación que vivirán los jugadores profesionales de fútbol y otros deportistas al tener que jugar, de momento, a puerta cerrada. ¿La causa? La epidemia presente, la COVID-19, un inesperado rival al que se va haciendo frente, pero no sin muchos sacrificios.

La pregunta que surge al analizar la situación descrita es: ¿No es el ambiente propio de un entrenamiento o, como máximo, de un partido amistoso? Ciertamente, así es. Cambia totalmente el escenario al que están habituados los deportistas, es un entorno nuevo para competir.

¿Cuál es el mayor problema? Que al cerebro le puede dar la sensación de estar verdaderamente en un entrenamiento (porque identifique la situación como tal) y actuar en consecuencia.

En esta nueva realidad solo se mantienen los rivales y el equipo técnico. Estos pueden no ser estímulos suficientes por el peso que tiene la afición en los partidos.

Miedo al contagio

En los partidos lo primero que sienten, en muchos casos, es el miedo a contagiarse. Se ponen en contacto con más personas de las cuales en verdad no saben qué protocolos han seguido ni con quién han tenido contacto.

Este miedo no es solo por sí mismos, sino por sus familiares y amigos. Es un miedo mayor si tienen personas de riesgo en su entorno a los cuales sienten la necesidad de proteger. Todo esto también les puede crear angustia, culpabilidad y ansiedad.

El hecho de sentir miedo afecta a su concentración y a su rendimiento, si no están centrados en lo que deben hacer. Y también si evitan el contacto en un deporte que por naturaleza lo es.

Menos motivación

Competir a puerta cerrada puede suponer una disminución de su motivación, su motor. Ya no tienen el feedback inmediato y constante de la afición ni a nivel auditivo ni visual.

Asimismo, no hay un sentido más allá de jugar, la motivación extrínseca (la que viene de fuera, de los otros). Ahora el foco está en la intrínseca (la que viene de dentro, el superarse).

En los jugadores que tienen más tendencia a una motivación intrínseca su rendimiento no se verá afectado o no tanto. Pero echan en falta ese plus de la afición (motivación extrínseca).

No obstante, hay jugadores que solo sacan su máximo rendimiento con el público (motivación extrínseca). Si no es así, sienten menos motivación, supone menos energía y más desconcentración.

Sin activación óptima

Al estar menos motivados se altera el nivel de energía. También influye en las ganas con las que hacen las cosas, incluidos el calentamiento o las rutinas.

Esto hace que les sea más difícil conseguir una activación óptima (ni estar demasiado relajado ni demasiado tenso, ansioso). No están a tope ni físicamente ni mentalmente. No tienen ese chute ni inyección extra de adrenalina, de subidón que crea la afición a nivel visual y auditivo.

No obstante, el miedo a contagiarse afecta en el nivel de activación. Algunos quizás jugarán flojos y otros tensos o estresados.

Dificultades de concentración

El hecho de no tener que demostrar o la falta de presión puede generar distracciones. Al ser un entorno diferente, con menos estímulos externos motivadores, puede costar más concentrarse. La presión se siente positiva o negativa según cada deportista, si se juega en casa o fuera.

Al haber menos motivación puede haber mayores distracciones. Y más en aquellos jugadores a los que el entorno les ayudaba a olvidarse de problemas personales.

Un entorno menos motivador puede hacer que dirijan el foco más hacia dentro. El silencio en las gradas provoca estar desconcentrado e incluso preocupado, triste; emociones que afectan a su rendimiento.

Riesgo de lesión

Todo esto lleva a un incremento del riesgo de lesión. Esto se debe principalmente al miedo al contagio, y a una menor motivación, más distracciones y sin activación óptima. El estar más blandos o no con la tensión necesaria, existe mayor riesgo de lesión.

En definitiva, el jugar a puerta cerrada significa para los jugadores recibir menos apoyo, estar más solos. Supone un reto para cada profesional de rendir en situaciones en que no está acostumbrado. Tener que adaptarse a ello y rendir al máximo nivel.

Se pondrán a prueba la adaptabilidad y la necesidad de cada uno de motivación extrínseca para rendir al mismo nivel. También, los recursos de cada uno para igualmente lograr el éxito y la excelencia y no ver su rendimiento disminuido.

Entrenar psicológicamente al deportista

No obstante, es reversible y hay forma de conseguir que los deportistas sigan rindiendo al máximo nivel. Deben ser entrenados psicológicamente por psicólogos deportivos.

Los especialistas dan herramientas para afrontar la nueva situación. Preparan a cada profesional individualmente para dar su máximo nivel. Así como se trabaja con otros objetivos en otras situaciones de entrenamiento y competición.

Así pues, algunas de las recomendaciones para afrontar el jugar a puerta cerrada son:

  1. Confiar y llevar a cabo los protocolos de prevención de contagio de la COVID-19. Están diseñados por profesionales.
  2. Dar seguridad a los deportistas y expresar que es normal tener esas emociones en un primer momento.
  3. Focalizar a los deportistas en la tarea del presente.
  4. Motivar a los deportistas redirigiéndolos hacia una motivación interna e incrementar el poder de los estímulos externos que tienen al alcance en esta nueva situación.
  5. Hacer un seguimiento de sus rutinas y asegurar que su activación es óptima.
  6. Comunicar de forma clara y concisa.
  7. Utilizar objetivos SMART a corto plazo, sobre todo.
  8. Trabajar internamente los problemas o preocupaciones de los que intenta huir el deportista.
  9. Planificar un programa adecuado y individualizado de prevención de lesiones.
  10. Y el más importante e imprescindible: trabajar interdisciplinariamente con el psicólogo deportivo. Este da herramientas al deportista para adaptarse a la nueva situación y lograr competir a su máximo potencial.

Jugar a puerta cerrada afecta a los deportistas, pero todo es entrenable. Se deben aplicar herramientas psicológicas para adaptarlos a esta nueva realidad. Así sí podrán volver a rendir al máximo nivel.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.