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Los bares de El Molinón se preparan para su gran noche: "Será histórica"

Los vendedores de pipas y camisetas, los damnificados del derbi: "Si no hay público no merece la pena ir a trabajar"

Los vencidos, los vendedores. Cristina Luis carga bolsas de pipas en su furgoneta ante la mirada de Belén Gutiérrez. ÁNGEL GONZÁLEZ

Como si fuera un complicado principio de física cuántica, El Molinón tendrá y no tendrá aficionados para presenciar el derbi. La pandemia de coronavirus obligará a jugar a puerta cerrada. Las gradas del coliseo rojiblanco estarán desiertas, pero no así los bajos del estadio, una de las zonas de ocio más pujantes de la ciudad. El de hoy será el primer derbi de vencedores y vencidos incluso antes de que ruede el balón, porque mientras los bares incrustados en El Molinón se preparan para su gran noche, los vendedores de camisetas y pipas no obsequiarán a los aficionados con la clásica estampa de sus puestos.

La familia Chao es una estirpe de feriantes con raigambre en Gijón. Iván Chao posee licencia para vender pipas y camisetas en El Molinón y en el Carlos Tartiere en Oviedo. No se pondrá hoy con su negocio en las cercanías de la puerta 11 de El Molinón. Tampoco verá desde ese lugar a su madre, Belén Gutiérrez, que, a sus 70 años, ha dedicado cerca de 40 a ganarse la vida con su puesto en las cercanías de la entrada 12 del estadio gijonés. "Sin público no nos merece la pena venir", afirman.

La charla con los feriantes se produce en el aparcamiento de El Molinón. Muy cerca de ese lugar, Tamara Rodríguez, camarera del bar "Carling Goal" afronta la previa del que será su primer derbi detrás de la barra. "Vamos a tener que venir descansados y a tope de energía, la que se nos viene encima va a ser muy gorda", apunta la trabajadora.

Belén Gutiérrez lleva un medallón bañado en oro con la foto de su marido colgada del cuello. Con él trabajó durante muchos años como feriante. "He visto de todo en los derbis y en el resto de partidos. Hubo en uno en el que tuvimos que salir corriendo porque la cosa se puso complicada", explica. Iván Chao, su hijo, prosiguió con el negocio familiar. "En un partido como este se saca lo suficiente para vivir. Luego hay otros que son algo peores y se compensa todo", apunta, apoyado en la furgoneta que, de no ser por el virus, estaría hasta los topes de pipas para vender en el duelo de hoy.

Chao trabaja con su mujer, Cristina Luis. Ella es del Oviedo y él del Sporting. Seguirán el partido lejos de El Molinón. Ella pronostica una victoria por dos goles a cero de los del Cuco Ziganda. Él, que quiere que el Sporting se cuele en la promoción de ascenso, apuesta por el tres a uno para los locales. Belén, que recuerda que por su puesto pasaron históricos futbolistas como Quini o Cundi para comprar pipas, apuesta por el mismo resultado que su nuera pero para el Sporting. "Nosotros no pedimos ayuda de ningún tipo. Lo único que queremos es que nos dejen trabajar", apuntan los feriantes, que hoy serán los damnificados del derbi.

Starling Morillo, otro camarero del "Carling Goal", tiene los ojos de color claro y se mueve con rapidez entre las mesas de la terraza del local. Necesitará hoy toda su agilidad porque no le faltarán cañas que servir. Ayer, ya tuvieron un adelanto, porque un puñado de aficionados del Sporting se acercaron a los bajos de El Molinón a calentar motores. Colocaron pancartas y encendieron bengalas. "Está toda la plantilla llamada. Salimos con el 11 de gala. Tenemos cachis a dolor. Está claro que va a ser un día histórico", explica el trabajador de la hostelería, que vivirá su segundo derbi tras la barra. Será el derbi más raro de la historia. El único en el que los aficionados estarán en El Molinón sin estar. Y el único con vencedores y vencidos antes de que ruede la pelota. Ganan los bares de los bajos de El Molinón, pierden los feriantes.

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