Una carrera para la historia de los derbis asturianos. Borja Sánchez, ovetense, 24 años, fue la gran ausencia de la alineación de Ziganda (reforzadísimo el navarro tras el derbi) y la suya acabó siendo la gran actuación de la noche en El Molinón para delirio del oviedismo, confinado en los bares ante el televisor. Una bocanada de aire fresco en un partido insulso hasta su entrada, parecido al de la primera vuelta, ni fu ni fa. La salsa la puso el canterano en una noche que nunca olvidará. Borja (cosa rara que no sea indiscutible), es otra cosa.

Tipo reservado en lo personal, normalidad por bandera en el día a día, salió, decidió el derbi, y se acabó marchando lesionado. En el minuto 69 robó un balón. Cabeza arriba, zancada imponente, dejó atrás a dos jugadores del Sporting, abrió a Ortuño, se la devolvió y con la puntera metió un balón a la red que al Oviedo le dio una victoria en Gijón 23 años después.

La celebración de Borja demuestra el talante del jugador: frío como el hielo, casi ni se movió, tirado en el suelo y abrazado por sus compañeros. Llamado a marcar la diferencia, con Borja hubo ciertas dudas en los últimos años. Con Anquela ni la olió, con Egea más de lo mismo y con Rozada (su padre futbolístico) acabó también en el banquillo. La primera decisión de Ziganda fue dejarlo fuera de la convocatoria ante el Lugo. Meses después decide el derbi de la mascarilla y deja una carrera que puede valer una permanencia.