El día grande del Oviedo Femenino comenzó ayer con la felicitación a distancia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: "Mis felicitaciones al Oviedo Femenino. Cuatro décadas haciendo del deporte una demostración de trabajo en equipo y de compromiso con la igualdad. Un ejemplo para toda la sociedad", escribió en Twitter tras recibir una petición del club por mail.

Un mensaje que fue la comidilla en la rotonda del Oviedo Moderno del barrio de la Corredoria, donde representantes de numerosas instituciones acudieron a la celebración del aniversario. José Moro, presidente del club, recalcó que "ahora es un orgullo saber que cuando una niña le dice a su madre o a su padre quiero jugar al fútbol lo primero que piensan es en nuestro club". Alfredo Canteli, alcalde de Oviedo, destacó los valores del club y "el ejemplo de gestión de trabajo para toda España". Beatriz Álvarez, directora general de Deportes del Principado y expresidenta del Oviedo Femenino, hizo memoria visiblemente emocionada y quiso acordarse de "todas las niñas que quieren practicar fútbol y aquellas mujeres que eran señaladas por la calle por jugar con un balón y sufrieron discriminación". El Oviedo estuvo representado en el acto por Manuel Paredes, vicepresidente, y también acudieron varios ediles del Consistorio: Lourdes García (Cs), José Manuel Prado (PP) y Diego Valiño y Natalia Sánchez, del PSOE. Jaime Campillo y Javier Pérez acudieron por las peñas del Oviedo y Benedicto Iglesias por la Federación Asturiana.

En el acto también estuvo Ana Lacalle (Oviedo, 1957), la fundadora del club en 1980. "Dios mío. Yo, que monté un equipo a lo 'fato', y míranos aquí ahora". En la retina, un sinfín de anécdotas y vivencias de la persona responsable, junto al fallecido Luis Miguel Cienfuegos, de que el equipo referencia del fútbol femenino asturiano echase a andar. "Y yo no tenía ni idea de fútbol, eh. Ni sabía lo que era un córner. Era socia del Oviedo, pero iba por ir". Ese equipo, que en realidad no llegó a estar federado hasta dos años después, en 1982, se llamó el México, por el bar donde se reunían y donde planificaron la hazaña, muy cerca de la rotonda que ahora honra al equipo.