Oviedo, M. D. B.

Pese a la tormenta de la semana anterior y a empezar su partido a siete puntos del Madrid, el Barcelona despertó en Villarreal de su pesadilla liguera. A diferencia de otras tantas veces, el equipo de Setién salió a por el partido, lo encarriló muy pronto y no se inmutó si siquiera por el inesperado empate a uno del Villarreal. En la segunda parte, ante un rival irreconocible, logró una goleada, maquillada por las paradas de Asenjo y la inevitable aparición del VAR para anular un gol a Messi, que de todas formas dejó su sello con dos asistencias, la segunda para que Griezmann dejara por fin su sello. Fue la guinda al mejor partido del francés como azulgrana.

El Barça arrancó a todo tren en La Cerámica y sorprendió a un Villarreal acostumbrado a gobernar los partidos a partir de un centro del campo que combina la fortaleza de Anguissa con la magia de Cazorla. Busquets, bien escolatado por Arturo Vidal y Sergi Roberto, dirigió las operaciones, culminadas por el tridente de ataque. El 0-1 llegó en un rechace de Pau Torres para evitar el gol de Griezmann. Una contra coronada por Gerard Moreno puso un empate engañoso, ya que el Barça era el dueño del partido.

El 1-2 llegó con una rosca quirúrgica de Luis Suárez, asistido por Messi, y el primer tiempo se cerró con la jugada del partido: Messi maniobró al borde del área y, tras descartar varias opciones, dejó de tacón para Griezmann, que levantó el balón por encima de Asenjo. Con dos goles de ventaja, el Barça no cayó en el conformismo y, con un juego fluido y alegre, asaltó una y otra vez el área de Asenjo, hasta que Ansu Fati puso el 1-4 definitivo.