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Fermín, de sufrir un ictus a hacer historia con el Cova

"El presidente y los jugadores no me dejaron abandonar cuando quería dejarlo", dice el técnico del cuadro ovetense tras el ascenso

Fermín Álvarez, a la derecha, saluda a Chuchi Collado, técnico del Caudal, durante la final del play-off de ascenso a Segunda B. RICARDO SOLÍS

Fermín Álvarez siempre habla de los jugadores a los que entrena, del gran grupo de trabajo que tiene, cuando le preguntan por las claves del ascenso a Segunda B de un equipo humilde como el Covadonga. "Son un grupo fantástico, les estoy muy agradecido", repite una y otra vez. Pero, durante la rueda de prensa que dio tras consumar el ascenso en el Suárez Puerta, en Avilés, el agradecimiento tuvo un tono más íntimo: "Es una plantilla maravillosa, a la que le quiero agradecer todo el esfuerzo que hicieron estos años y, además, en un momento personal de mi vida familiar y de salud complicado. Son los que me sacaron adelante. Es maravilloso el trabajo que han hecho, no solo en el campo, también en el aspecto humano conmigo. Mi manera de devolvérselo es agradecérselo en público".

El propio Fermín Álvarez revelaba ayer a LA NUEVA ESPAÑA cuál fue esa situación que tuvo que superar y para la que contó con la ayuda de toda su plantilla: "Hace unos años sufrí un ictus". Cuando le sucedió, hace alrededor de tres años, el técnico quiso dejar de entrenar al Covadonga, alejarse un poco del mundo del fútbol. El presidente y los jugadores no le dejaron y él les está muy agradecido por ello: "Cuando me pasó, estuve a punto de dejarlo y ellos fueron los que me ayudaron a salir hacia adelante. Fue un momento duro y quería dejar el fútbol", explica.

El técnico del Covadonga cumplía esta temporada su sexta campaña al frente del equipo en Tercera. Un tiempo en el que ha formado un grupo que ha terminado logrando un objetivo impensable al principio de esta etapa, como era el de ascender a la categoría de bronce del fútbol español. Y una de las claves que han permitido que esto suceda es precisamente la unión que ha habido, conservando todos estos años a jugadores tan importante como Jaime, Diego, Font, Aitor, Iván Torres, Aitor Ferrero, Jandro o José Luis, todos ellos con Fermín desde su llegada al equipo. Junto a ellos, una directiva que nunca les ha exigido nada más allá que continuar en Tercera. En este contexto, con un grupo unido alrededor de Fermín, no hubo enfermedad que pudiera romper a un bloque férreo. Lo explica el propio Fermín: "Se juntaron con el presidente que había entonces, Miguel Rico, y me convencieron para que siguiera adelante, para que, a pesar de la situación, continuara entrenándoles. No me dejaron abandonar", señala.

El entrenador del Covadonga es alguien de pocas palabras, un paisano de esos que tiene una sola palabra. "Las conversaciones para renovar conmigo duran muy poco", decía a LA NUEVA ESPAÑA un día después de lograr el ascenso. También ha demostrado ser alguien agradecido, al que no se le ha olvidado lo que sufrió en un momento dado y cómo un grupo de futbolistas, también amigos, le ayudaron a superarlo.

Fermín llegó al Covadonga después de haber tenido una larga trayectoria en el Real Oviedo. Allí hizo de todo, aunque su principal función era la de dirigir las categorías inferiores. Fue un hombre de la casa que tuvo que lidiar con situaciones complicadas Una de ellas, en la temporada 2008-09, fue la de coger al primer equipo azul en plena fase de ascenso a Segunda B. El equipo, al que había dirigido el "Lobo" Carrasco durante toda la temporada, perdió por 4-1 ante el Caravaca en el partido de ida de la fase de ascenso. El resultado, que avecinaba el fracaso de no lograr el ascenso, le costó el puesto a un entrenador ya muy cuestionado por la afición. En el encuentro de vuelta, ya con Fermín en el banquillo, el Oviedo ganó 4-2 en el Tartiere y a punto estuvo de lograr el objetivo. En ese equipo estaba Jaime, uno de los grandes protagonistas del ascenso que ha conseguido ahora con el Covadonga.

Le gustaba poco a Fermín tener que coger las riendas del primer equipo azul, pero esa no fue la única ocasión en la que tuvo que hacerlo. También en medio de mucha inestabilidad, en la 2009-10, el Oviedo volvía a Segunda B de la mano de Raúl González, el entrenador que había logrado el ascenso a la categoría de bronce la temporada anterior. A los seis partidos del inicio de la temporada, el club decidió despedirlo y puso a Fermín dos partidos hasta que llegó Pichi Lucas. En ese equipo estaba Jandro, otro de los que le acompañan ahora en la que se ha convertido en su más querida casa: un Covadonga que, además de arroparle, se preocupa por él.

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