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Los guardianes del ascenso

"El míster tira los dados y decide quién juega", bromean los porteros del Covadonga

Aitor Rodríguez e Iván Torres, ayer, en Oviedo. FERNANDO RODRÍGUEZ

A Aitor Rodríguez (Tapia, 1987), un trotamundos de la Tercera División asturiana, sus amigos le vacilaban cuando hace seis años fichó por el Covadonga. "Me llamaban el 'descensor'. Descendí a Preferente con el Tapia, el Navia y el Luarca. Y ahora, ¡de Segunda B!". Rodríguez, portero, explica radiante la hazaña junto Iván Torres (Oviedo, 1990), que lleva cinco temporadas bajo los palos del club. Ambos, veteranos, fueron los guardianes de la portería del Covadonga en una campaña que concluyó en un ascenso histórico a Segunda B que sigue coleando en la ciudad: hoy la plantilla será recibida por Alfredo Canteli, alcalde Oviedo.

Torres y Rodríguez rememoran en LA NUEVA ESPAÑA los entresijos de una campaña de ensueño y analizan el funcionamiento del Covadonga. "Es un club muy cercano, casi familiar. El Covadonga es un equipo de barrio, pero es como si fuese de pueblo. Yo soy entrenador de porteros en todas las categorías y veo cómo los padres de los chavales participan mucho en el día a día y se involucran", explica Torres, que fue el portero titular en los partidos finales por el ascenso y a sus 30 años compagina el fútbol con su empleo como comercial en una empresa de artes gráficas. Nacido en Oviedo, se formó en la cantera del Sporting (estuvo a las órdenes de Abelardo) y también pasó por el Universidad de Oviedo, el Nalón y el Urraca antes de llegar al Covadonga. Torres confiesa que lleva bien el equilibrio entre el fútbol, el trabajo y la vida personal, aunque su compañero Rodríguez, que tiene un hijo, Nel, aprovecha para lanzarle una pullita: "Es que él está single (soltero) y le cuesta menos".

La trayectoria de Rodríguez difiere de la de Torres. Salió de la cantera del Tapia, donde se hizo portero cuando tenía unos cinco años tras lesionar a un guardameta de su equipo: "Me dijeron que me pusiese en la portería, hice caso y desde entonces no me moví". En el Tapia estuvo hasta los 22 años. Luego pasó por el Navia y por el Vetusta, donde coincidió con Fermín, su actual entrenador. Antes de recalar en el Covadonga regresó al Navia y pasó otra temporada en el Luarca. Vive en Gijón, trabaja como técnico de prevención de riesgos laborales en Llanera y admite que, sobre todo durante la pasada campaña, estuvo a punto de dejar el fútbol. "Me coincidían mal los horarios y casi lo dejo. Al final estaba en casa prácticamente solo para dormir y no veía nada al pequeño, pero esta temporada pude solucionarlo", recalca.

Torres y Rodríguez tienen una sana competencia en la portería del Covadonga y ambos rotaron durante prácticamente toda la campaña. "El míster tira los dados (se ríen) y decide. Pero tenemos mucho feeling. Sí, es verdad que Iván se calienta entrenando con el equipo en general, pero nos llevamos de cine", explica Rodríguez, que destaca el trabajo de Fermín, el entrenador, y recuerda cuando casi deja los banquillos tras sufrir un ictus. "Un día nos reunió y nos dijo: 'Chavales, que sepáis que dejo el club'. Yo lo llamé por teléfono, pero no me contestó. Él seguía viniendo a los entrenamientos, pero los dirigía su segundo. Pero, poco a poco, lo convencimos para quedarse, especialmente Jandro, aunque esa temporada le dimos muchos disgustos porque nos costaba ganar. Este ascenso fue muy especial para él".

Rodríguez y Torres despiden una campaña para el recuerdo y, salvo sorpresa, seguirán la temporada que viene en el club ovetense a las órdenes de Fermín. "Para el Covadonga es un éxito estar en Segunda B. Ascender es algo histórico para toda la plantilla y para el club, aunque todavía estamos a la expectativa de cómo será el grupo", finaliza Torres.

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