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El palo de Pelayo Sol llega a Georgia

El golfista gijonés consigue una beca para EE UU l "El golf es raro, mucha gente piensa que es de pijos y que no te cansas, y no es así", dice

Pelayo Sol, en La Barganiza. FERNANDO RODRÍGUEZ

Pelayo Sol (Gijón, 2002) cogió por primera vez un palo de golf con siete años como quien no quiere la cosa. Su padre, José, se subió al carro de Severiano Ballesteros -fallecido en 2011 y considerado uno de los mejores golfistas de la historia- y le dio por ir con su hijo al campo de golf de La Llorea. Sol casi ni podía con el palo, pero la aventura del golf siguió. Y ahora, 11 años después, con 18 cumplidos en enero y varios torneos a la espalda, la andanza ha tenido premio.

Sol cuenta los días que le quedan en Asturias antes de, si el coronavirus no lo impide, embarcarse en una aventura que le llevará a la prestigiosa Emmanuel College, escuela universitaria en Franklin Springs, Georgia (Estados Unidos). Allí estará durante los próximos cuatro años después de que le concedieran una beca para seguir con sus estudios y continuar su pasión por el golf. "No hay otra cosa (el golf) que me defina mejor. Así me lo dice la mayoría de la gente que me rodea, que es ajena a este deporte. Aspiro a poder vivir de forma profesional del golf, ese es mi reto y por eso voy a Estados Unidos. Quizá llego y resulta que no tengo tanto nivel, pero voy a intentarlo", explica Sol, que tiene como referentes a Rory Mcllroy y Jon Rahm.

El joven gijonés apura el verano antes de cruzar el charco y rememora su corta carrera en el mundo del golf, que en la actualidad desarrolla en La Barganiza (Siero). "Lo del golf es raro. No es como el fútbol y siempre nos ven como unos pijos, y no es así. A ver, no voy a negar que hay gente en el golf que tiene mucho dinero, pero juegan personas de todo tipo. También nos dicen que es un deporte que no cansa, que no requiere tener una gran capacidad física, pero lo que mucha gente no sabe es que un partido de golf puede durar cuatro horas y recorres entre siete y diez kilómetros. No te matas como en una maratón, pero también tiene desgaste".

Sol es una especie de rara avis entre sus amigos por la afición al golf. "A los tres o cuatro más cercanos siempre les tengo que explicar cómo va esto. Alguna vez recuerdo que fui a algún campeonato internacional y tuve que faltar a clase. Con mis amigos nunca he jugado, pero les prometí que nada más sacar el carné de conducir iríamos. A ver si es posible", bromea.

El golf, juego más de precisión que de fuerza, tiene una carga mental a menudo desconocida. "La concentración es máxima y mentalmente puede fastidiarte. Es un deporte que depende más del jugador que del entrenador. Tienes que ser regular y machacarte", explica Sol, que en Estados Unidos estudiará administración de empresas. "Si no me dedico al golf me gustaría trabajar en finanzas", dice. De momento, al gijonés le espera una experiencia internacional para los que no todos están preparados. "Estar cuatro años fuera de casa puede hacerse duro, pero la familia me apoya y estoy decidido. Tengo un par de amigos que no paran de preguntarme si no me da pena, pero creo que es una oportunidad tremenda y sería una falta de respeto no aprovecharla. Pienso en todos los amantes del golf que querrían estar en mi lugar y no pueden".

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