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AUTOMOVILISMO | 500 MILLAS DE INDIANÁPOLIS

La mecánica frustra a Alonso

Una avería trunca el sueño del asturiano en Indianápolis, donde acaba doblado l Álex Palou, fuera por un accidente

La maldición de Indianápolis vuelve a cebarse con Fernando Alonso. Una avería liquidó las opciones del asturiano de hacerse con el único trofeo que le resta para lograr la ansiada "Triple Corona", cuando ya había superado el ecuador de la carrera y aspiraba, desde la estrategia, a plantar cara en el tramo final. Al menos, esta vez Alonso logró terminar la prueba, pero lo hizo doblado y sin haber estado nunca entre los diez primeros.

La primera mitad de la carrera se desarrolló entre continuas interrupciones. Accidentes y averías cribaron el pelotón, con Alonso remontando posiciones desde el vigesimosexto inicial a costa de mantener el volante firme y el muro lejos. La estrategia parecía clara: evitar percances y ahorrar neumáticos y gasolina cara a tratar de ahorrarse una parada.

Todo se torció en la vuelta 125, cuando solo restaban 75 para completar las 500 millas. Álex Palou, el otro español en liza, entró muy rápido en la curva y se fue contra el muro, cuando rodaba noveno y trataba de acercarse a la cabeza. Con el pit lane abierto, los pilotos entraron en boxes. También Alonso, que rondaba el decimoquinto puesto. Ahí se torció todo.

El coche no respondía. La parada se eternizó mientras el resto de coches volvía a la carrera, el Arrow McLaren número 66 del asturiano seguía en el pit. Para cuando lograron volver a ponerlo en marcha, Alonso tenía vuelta perdida.

El asturiano trató de esbozar una remontada a través de la estrategia, pero el embrague no funcionaba correctamente debido a un problema eléctrico. Incluso logró desdoblarse durante algunas vueltas tras ahorrarse una parada, pero finalmente acabó siendo rebasado de nuevo por la cabeza de carrera. Terminó el 21.

Como la primera vez que pisó las 500 millas, en 2017, el triunfador fue Takuma Sato. El japonés, que se mantuvo entre los primeros durante toda la carrera, supo esperar su momento y atacar en el momento preciso a Scott Dixon, que se había mostrado muy sólido durante toda la carrera. A falta de cinco vueltas, un gravísimo accidente de Spencer Pigot obligó a sacar las banderas amarillas, privando a los aficionados de un último cara a cara entre Dixon y Sato que se preveía memorable.

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