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TENIS

El sueño americano

Carreño se enfrenta hoy a Zverev por un puesto en la final del US Open

Carreño

En diciembre de 2003, un chaval de 12 años acababa de ganar el campeonato de Asturias alevín y el máster de la categoría. Pablo Carreño, promesa en ciernes, posaba entonces para LA NUEVA ESPAÑA en una de las pistas del Grupo de Cultura Covadonga. "Sé que es muy difícil pero me gustaría llegar a ser profesional", confesaba entonces el gijonés. Alcanzado el profesionalismo desde hace tiempo y en una carrera al alza que le ha permitido incluso colarse (en 2017) en el top10 mundial, el mejor tenista asturiano de siempre se enfrenta hoy (no antes de las 22.00 horas) al reto más importante de su carrera: colarse en la final del US Open, uno de los cuatro grandes del circuito. Alexander Zverev es la penúltima piedra en el camino.

"No sé si es mi mejor torneo, pero sí uno de los mejores. Tanto mental como físicamente", explicó tras la agónica 4 horas sobre la pista, victoria ante Shapovalov, la que le ha abierto por segunda vez en su carrera las puertas de las semifinales. "Lo que percibo es que Pablo ha tenido una evolución física tremenda. Está como un toro", refrenda Rosa Domínguez, la primera entrenadora que tuvo Carreño en el Grupo.

La evolución física llama la atención más que la tenística. Porque el asturiano ya apuntaba maneras desde sus primeros raquetazos. "Cuando estás tan bien físicamente las opciones técnicas se multiplican. El físico le está dando un plus de confianza; se notó en cómo jugó ante Shapovalov", defiende la entrenadora.

Carreño encara su segunda semifinal del US Open, una situación solo apta para los más competitivos. En su anterior experiencia, en 2017, las cosas no salieron como deseaba. Se enfrentaba Carreño al gigantón Anderson (2,03 metros) que llegaba por detrás en el ranking. En aquella ocasión se impuso el servicio del sudafricano en cuatro sets. Ahora, el rol del gijonés es diferente: es el peor clasificado en el ranking (27.º del mundo) entre los semifinalistas. Le supera Zverev (7.º), además de los otros semifinalistas, Thiem (3.º) y Medvedev (5.º).

Zverev, talento indomable. No lo tendrá fácil Carreño en el penúltimo escalón. Alexander Zverev, 7 del mundo, es un talento puro, aún por pulir, con muchos defectos y una virtud sobresaliente: el talento. A sus 23 años, el alemán ha pasado por todo tipo de sensaciones. De ser señalado como heredero del triunvirato de campeones (Federer, Nadal y Djokovic) a acabar saturado de su profesión. "No tengo ganas de jugar al tenis", pronunció en 2019 tras caer en Roma. Su padre estaba enfermo, había roto con su novia y mantenía un pleito con su agente de toda la vida.

En su incipiente carrera, ha coleccionado varios preparadores. Y no todos acabaron satisfechos con su dedicación. Juan Carlos Ferrero, que le entrenó 8 meses entre 2017 y 2018, le acusó de falta de puntualidad en los entrenamientos. Tampoco acabó bien con el mito Lendl. "Se pasa más tiempo hablando de golf que de mi tenis", selañó Zverev en julio de 2019. Ahora le dirige David Ferrer, amigo de Carreño y enemigo hoy. El penúltimo escollo del asturiano es un alemán acusado de achicarse en los grandes. "El favorito es él pero quiero hacer mi juego", advierte Carreño. "Zverev tiene alguna gotera, y una puede ser el aspecto mental. Por eso veo a Pablo con posibilidades: porque está muy fuerte", apuesta sin titubeos Rosa Domínguez.

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