Gareth Bale aterrizó ayer en Londres cargado de ilusiones y con un viejo compañero en la maleta: una lesión que le mantendrá un mes de baja. Perfecto epílogo, al menos momentáneo, para su debatible paso por el Madrid. En el club blanco Bale ganó títulos, llenó su cuenta, pero nunca pudo apartar su nombre de los servicios médicos. Ahora, de la mano de Mourinho y de una casa que conoce a la perfección, quiere recuperar la versión que antes de 2013 le hizo sobresalir como un bólido en la banda izquierda.

La operación satisface a todas las partes. A Bale porque cumple con su deseo, aunque un año después, de salir del Madrid, donde ha ido perdiendo protagonismo de forma progresiva. Al Tottenham porque recupera al hijo pródigo. Un jugador que se hizo mayúsculo en Londres. Y al Madrid porque las cuentas le cuadran: se ahorra con la cesión 27 millones de euros esta temporada.

El paso de Bale por el Bernabeu está trufado de cifras. Por ejemplo, de los 92 millones que el Madrid abonó por él en 2013. Buscaba otro Balón de Oro en potencia. También de los 16 títulos conquistados, incluidas 4 Champions. Y, por supuesto, de las 29 lesiones sufridas en los últimos 7 años: las que le hicieron perderse 150 partidos. El primero, el día que iba a suponer su estreno cuando, septiembre de 2013, se perdió un choque contra el Getafe por una bola muscular provocada por los nervios de su debut. Llamativa advertencia.

Bale tomó tierra ayer en Londres, junto a Reguilón, en el lujoso yet privado que Daniel Levy, propietario del Tottenham, puso a su disposición. El mismo vehículo que el mes pasado empleó la Reina de Inglaterra. De la mano de Mourinho busca recuperar su mejor versión. Para el Madrid, Bale solo es un número ya. Unos millones de ahorro que ayudan en tiempos de apretarse el cinturón.