La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

TENIS DE MESA

Bonilla regresa a sus orígenes

La jugadora internacional corverana vuelve al club donde se inició con 10 años tras priorizar su entrada en el mercado laboral

Ayer, en Las Vegas.

Se marchó casi como una niña, para abrirse paso jugando al tenis de mesa, y vuelve una vez encarrilado su futuro laboral. Raquel Bonilla González (Las Vegas, Corvera, 31 de diciembre de 1992), una de las mejores jugadoras españolas de la última década, vuelve a lucir el uniforme del club Corverastur, en el que se inició con 10 años. Seguirá viviendo en Santiago de Compostela, donde trabaja como empleada de un supermercado desde febrero, pero los fines de semana seguirá cogiendo la pala para jugar sin la presión de la elite.

Bonilla se reencontró ayer en Las Vegas con Jesús Pastrana, el entrenador que marcó su carrera deportiva: "No sabía ni sujetar la raqueta. Hasta los diez años hice natación, pero coincidió que iba a clase con una sobrina de Jesús y, además, para esos Reyes mis padres me compraron una mesa de ping- pong". Durante cuatro años, Pastrana modeló a la futura campeona, hasta que dio el salto: "Con 14 años me becaron para el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat. Jesús me dejó volar y nunca me reprochó nada. Por eso ahora vuelvo, todavía puedo ayudar".

Tras cuatro años en Barcelona, la siguiente escala de Raquel Bonilla fue en Santiago de Compostela. "Tenía ofertas de varios clubes y me decidí por el Arteal porque me permitía seguir estudiando. Tenía claro que quería seguir vinculada al deporte mientras me preparaba para el futuro porque el tenis de mesa no da para vivir. Y en categoría femenina, menos". Pese a figurar todos estos años en el top-3 nacional, sus ingresos deportivos apenas le daban para cubir gastos.

"Hace cuatro años, cuando estaba terminando la carrera, ya empecé a pensar un poco en mi futuro", explica Bonilla. "Compaginaba el tenis de mesa con el trabajo en el comedor de un colegio y hacía extraescolares. Hacía demasiadas cosas, ocupada las 24 horas, para un sueldo normal". Gracias al programa de apoyo de la Xunta a los deportistas de elite, el año pasado trabajó en una tienda de deportes y en febrero logró su objetivo de un contrato a jornada completa en un supermercado en Santiago.

El problema es que un mes después estalló la crisis sanitaria por el covid-19: "Al principio pasé un poco de incertidumbre por la ansiedad de la gente. Algunos llegaban al súper y acaparaban productos. Pero pronto se normalizó todo y pudimos trabajar con medidas de seguridad suficientes". Ahora, con ese respaldo para una nueva etapa de su vida, Raquel Bonilla volverá a sus orígenes deportivos en todos los sentidos, con el Corverastur, en Primera Nacional. "El Arteal me permite seguir entrenando e iré a jugar a Corvera los fines de semana". Y, al hacer balance de estos trece años, no duda: "Al deporte se lo debo todo".

Compartir el artículo

stats