Bastó un minuto para que el sportinguismo se olvidase de tantas decepciones en la década de los 90, incluidas la mayoría de los derbis, que culminaron con el descenso del 98. Nada más empezar el Sporting-Oviedo del reencuentro, en una eliminatoria de Copa en El Molinón, un cabezazo de Pablo Amo insinuó el cambio de tendencia. El Sporting ganó aquel partido 4-2 y dos semanas después, ya en Liga, 0-2 en el Tartiere.
"Creo que el córner lo sacó Samuel. Me marcaba Óscar Álvarez, le gané la acción y me lancé en plancha. Lo celebramos con muchas ganas porque estábamos con ganas y el público muy metido".
"Lo que te queda del fútbol son momentos puntuales como este, un gol, una victoria... sobre todo por la alegría que das a la afición. Fueron 90 minutos con un ambiente único. Muchos de los que jugamos veníamos del B, éramos sportinguistas. Y ya me había ido bien en los derbis de los filiales".
"Fue una suerte caer en el Sporting en aquel momento. Venía de Madrid, con 17 años, y me influyó mucho el ambiente de Mareo, conocer a Quini... Fueron los mejores años de mi carrera. El Sporting tenía un equipazo, con un vestuario estupendo, y encima llegó el crack Villa a rematarlo. Luego nos profesionalizamos, lo disfrutamos de otra manera, pero aquello era todo ilusión, como los dibujos de Oliver y Benji".
