El hijo pilotará un Ferrari la próxima temporada en la Fórmula 1 y el padre buscará su cuarto triunfo en el Rally Dakar. Los dos están en la élite, pero Carlos Sainz, el sénior, sigue teniendo a su favor la experiencia. Se nota en detalles como el jersey que llevaba encima de la camisa y bajo la chaqueta. El hijo pensó que el sol con el que amaneció ayer Asturias le permitiría prescindir de esa prenda y unos instantes antes de subir al escenario preparado para tener una charla con su padre, en la Fábrica de la Vega, en Oviedo, tuvo que pedirle a una de sus acompañantes que le buscara algo de abrigo. Los techos altos de la que fuera fábrica de armas y la humedad propia del lugar le obligaron a poner remedio antes de un inoportuno resfriado. Sucedió después de que padre e hijo vieran juntos tres de los coches más importantes que ha llevado el considerado como el mejor piloto de rally de la historia: el primero con el que compitió, el que le sirvió para ganar su primera campeonato del mundo y el primero con el que se impuso en el Dakar.
Una vez en el escenario, en una charla moderada por el periodista Miguel Martínez, Sainz, el sénior, regaló a los aficionados asturianos algunas anécdotas y sensaciones de una trayectoria que, a sus 58 años, aún sigue adornando con nuevos títulos. El protagonismo lo llevó el padre y el hijo, respetuoso, escuchó y ensalzó a un Carlos Sainz que asegura mantener la ilusión del niño: "Me gusta soñar, me gustaba de pequeño y me gusta ahora". El hijo quiso dejar a un lado las comparaciones: "Me ha puesto el listón muy alto, el premio 'Princesa de Asturias' es muy importante y pocos lo logran".
Sainz reconoció que todos sus éxitos se basan en una pregunta: "¿Y por qué no?": "¿Y por qué un piloto español no puede ser rápido en tierra?, ¿y por qué no puedo correr en Finlandia?". Una pregunta con la que sigue respondiendo a cuestiones como la que le plantearon sobre si volverá a participar en el rally Princesa de Asturias: "¿Y por qué no?", volvió a decir. Y es que, cuenta Sainz que su vida ha sido "un poco reivindicativa", siempre buscando objetivos que se consideraban imposibles o que no estaba destinado para él.
El tiempo ha permitido al premio "Princesa de Asturias" de los Deportes 2020 relativizar los malos momentos, las decepciones, y quedarse "con el cariño" acumulado durante su trayectoria: "Estoy contento con lo que he conseguido, con el reconocimiento de la gente; no me puedo quejar, sería muy injusto pensar que qué mala suerte no haber conseguido cinco títulos" de campeón del mundo.