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Las clásicas dudas

El Barcelona-Madrid llega con los dos equipos pendientes de solucionar carencias que les costaron las primeras derrotas

Koeman, durante el Getafe-Barça. Juan Medina / Reuters

El primer clásico de la temporada llega tan pronto que ha pillado al Real Madrid y al Barcelona con muchas dudas. Las derrotas frente al Cádiz y el Getafe también abonan la sensación de que el abrumador dominio de los dos grandes ya no es tan evidente como en el punto más alto de la rivalidad Messi-Cristiano Ronaldo. Los modestos han perdido el respeto, o al menos el miedo, a los proyectos millonarios plagados de estrellas. Así que, por muchos motivos, el duelo del Camp Nou no parece tan determinante como en otros tiempos.

De los dos resbalones, el más sorprendente fue el del Madrid, que había resuelto con victorias todos los partidos disputados en el exilio de Valdebebas. Pero, a diferencia del tramo final de la pasada temporada, el equipo de Zidane había mostrado vías de agua en su antaño pétrea defensa. El buen momento de Courtois había disimulado esas carencias, lo que le permitió resolver con buenos resultados los partidos frente al Betis o el Levante. El guardameta belga también mantuvo vivo al Madrid en la pésima primera parte del sábado, pero el gol de Lozano acabó rompiendo el cántaro.

El campeón de Liga ofreció frente al Cádiz uno de los peores partidos de la segunda etapa de Zidane en el banquillo, sobre todo en un primer tiempo en que se produjo un fallo multiorgánico. Salvo Courtois, todos los madridistas estuvieron por debajo de las expectativas. También lo vio así Zidane, que realizó cuatro cambios en el descanso. El problema es que los sustitutos esta vez no ofrecieron soluciones, desmintiendo una de las premisas del técnico: la profundidad de la plantilla.

Con las conclusiones que haya sacado del tropiezo del sábado, además de su gusto por mover piezas en cada partido, resulta complicado aventurar el plan de Zidane para el Camp Nou. La lesión de Sergio Ramos, aunque parece que podrá estar en Barcelona, y el debut en la Liga de Campeones (el miércoles, frente al Shaktar Donetsk en Valdebebas) añaden incertidumbre sobre un "once" condicionado por el mal momento de varios jugadores.

El Barcelona de Koeman, después de las dos jornadas iniciales en que todo funcionó como la seda, también llega cargado de interrogantes al primer gran duelo de la temporada. La nueva disposición táctica ha dado al equipo azulgrana más empaque defensivo, a partir del sacrificio de los jugadores de ataque, con la excepción de Messi. Pero lo que se presumía como principal argumento del 4-2-3-1 azulgrana, la cantidad y calidad de sus delanteros, está bajo sospecha. Un gol en dos partidos es muy poco bagaje para un equipo que cuenta con rematadores acreditados, como Griezmann, Ansu Fati, Coutinho y, por supuesto, Messi.

El nuevo dibujo táctico azulgrana pone el foco sobre el doble pivote, monopolizado hasta ahora por Busquets y De Jong. Funcionó frente al Villarreal y en Balaídos, pero se vio desbordado por el centro del campo del Sevilla en el Camp Nou y no generó el fútbol suficiente en Getafe. La opción de Pjanic, un jugador con experiencia y acostumbrado a moverse en esa zona del campo, es una de las pocas alternativas de Koeman para buscar una mayor solidez ante la visita del Madrid.

Definida la defensa con la llegada de Sergiño Dest, a expensas de la recuperación de Jordi Alba, la alineación azulgrana del clásico dependerá de cómo baraje Koeman sus abundantes recursos de ataque. El buen partido de Pedri en Getafe pone aún más en duda la continuidad en el once del desenfocado Griezmann.

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