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Fútbol sala

El Boal quiere parar

“Esta es una Liga amateur y cada partido nos supone unos mil euros de pérdidas”, dice Julio Fernández, secretario del club

Los jugadores del Boal, en un entrenamiento. | BFS

Oviedo, Antonio LORCA

El Boal preparó la temporada con esmero e ilusión, renovando la plantilla, en la que apenas quedan tres jugadores de la pasada, y con una docena de nuevos fichajes. Un equipo joven, al que volvieron jugadores que ya habían pasado por el Boal, algunos de la marina lucense, y con Toni Novo de nuevo como entrenador-jugador. El club también está muy satisfecho con el convenio de filialidad que firmó con el Inter Yesos Castaño de Avilés, que le permite contar con sus jugadores para competir en la Segunda B del fútbol sala.

Pero esa ilusión fue desapareciendo a medida que se dieron cuenta de que no se iba a poder competir con normalidad. Ellos, desde el principio, han sido partidarios de aplazar la competición ante las difíciles circunstancias que está atravesando la región y el país con la pandemia del coronavirus, y consideran un error continuar con una Liga amateur cuando ni se puede llevar a público a las canchas ni la plantilla está dispuesta a correr riesgos que consideran innecesarios.

Así las cosas, en el Boal decidieron parar los entrenamientos hace tres semanas y tratar por todos los medios de que la competición se interrumpiera. El partido que les debía enfrentar al Gijón Playas se pudo aplazar, pero no pudieron hacer lo mismo el sábado pasado con el que les medía con el Unión Arroyo vallisoletano. El partido lo ganaron por 7-6 los de Boal, a pesar de estar sin entrenarse cerca de un mes.

“Para nosotros lo más conveniente es paralizarlo todo, hay gente que está trabajando y no queremos que corran riesgos innecesarios, tenemos a un jugador que desgraciadamente ha perdido a su padre por covid y no creemos que ahora mismo se deba jugar”, explica Julio Fernández, secretario del club y delegado del equipo. La Federación Española quiere que la competición siga, aunque tenga que jugarse a puerta cerrada, y eso molesta bastante a un club humilde como el Boal. “No nos parece normal que una competición amateur como esta se siga celebrando ni que, por tener una licencia federativa, te puedas saltar las restricciones a la movilidad. Es deporte aficionado y alguien lo tendrá que parar”, insiste.

Además del aspecto sanitario está el económico. “Tenemos que jugar a puerta cerrada y eso es una ruina, no podemos contar con los patrocinadores, que en muchos casos son amigos hosteleros a los que en ningún caso vamos a pedir nada con la que está cayendo . Este año no hemos cobrado a los socios, no hemos hecho rifas, ni tenemos bar, y hay que pagar árbitros y desplazamientos. Cada partido nos supone en torno a 1.000 euros de pérdida“, añade Julio Fernández. Como ejemplo ponen a la Federación Asturiana de Fútbol, que decidió parar la competición cuando no se pudo llevar público a los campos.

En el Boal consideran que se debería parar al menos “hasta enero” y añaden que se están pensando abandonar: “Se nos pasa mucho por la cabeza dejar de competir”. Lo que sucede es que les duele que un proyecto como ese, que tiene a Boal compitiendo en una categoría nacional, pueda tambalearse. A su favor tienen a los otros dos clubes asturianos del grupo, el San Cucao y el Gijón Playas. “No somos esenciales y estamos siendo obligados a competir, no nos parece normal que la próxima jornada tenga que venir aquí un equipo desde Segovia, sin poder tomarse ni un café de camino porque está todo cerrado en Castilla y León y en Asturias”, zanja Julio Fernández.

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