Tanto como 266 días, casi 9 meses, se hizo esperar el partido oficial número 778, como local, de la historia del Real Avilés. Al final, los blanquiazules, de nuevo ribeteados en granate, dieron por buena la demora porque, en simultáneo, rompieron otro período que ya amenazaba en demasía, el de partidos consecutivos en Tercera sin ganar en el Suárez Puerta, récord que hubieran igualado de no haber volteado el marcador. Curiosamente, la última vez que se avistaba una victoria avilesina en casa (03-11-2019, ante el Vallobín) fue también en modo remontada, algo que suele producir una dosis de autoestima superior a la de una victoria más convencional.
El partido, sin ser un dechado de calidad al servicio del entretenimiento, sí dio rienda a la emoción porque el Llanera, aunque tampoco demostró la condición de mejor equipo de la categoría, según había enjuiciado Abraham, acarició la victoria cuando Javi Sánchez, en un mano a mano ante Robledo, desperdiciaba la que se atisbaba como puntilla. Esa acción, acaecida 13 minutos después del gol de cabeza del veteranísimo Pantiga, terminaría estableciendo todo un punto de inflexión. A partir de entonces, el marcador, como prenda reversible, se agitó con el extraordinario lanzamiento del grancanario Vitolo, que introdujo el cuero ajustadísimo al ángulo superior derecho de Alejandro, y a la conexión brasileira que protagonizaron Mathe, en el servicio, y Silveira, en la ejecución.
El rush final fue de locos, con un Llanera que situaba a Alejandro, su guardameta, casi en punta y durante más tiempo de lo que se estila en ese tipo de situaciones a la desesperada. Entonces, la escena tuvo hasta su toque esperpéntico, con los realavilesinos Natalio y Mathe, prácticamente convertidos en jugadores de golf, fallando sendos “putts largos” sobre el desguarnecido green llanerense.
