“Ya nos tocaba ganar”, admite Jandro sobre el 0-1 de Valdesoto, al que le puso algún pero: “Algo de nerviosismo había después de las dos primeras derrotas. Quizá por eso, con el gol a favor y ellos con un jugador menos, no fuimos todo lo ambiciosos que deberíamos. Estábamos un poco agobiados por el resultado y con miedo a salir”. Jandro sabe que el Tuilla está obligado “a quedar arriba del todo. La palabra ascenso todavía no salió en el vestuario, pero la gente está con ganas de jugar el play-off”.
Jandro lo jugó y lo ganó en agosto con el Covadonga, en lo que fue el punto y final a su etapa en el club ovetense. “Ya jugué ocho o nueve temporadas en Segunda B y no me apetecía pasarme otra vez los fines de semana viajando y durmiendo en hoteles. Estoy acostumbrado a estar en casa y a disfrutar de la familia. En el equipo había muchos compañeros con ilusión de jugar en la categoría, pero a mí no me compensaba. Y, además, Fermín quería cambiar algunas piezas y rejuvenecer el equipo”.
No dudó en aceptar la oferta del Tuilla: “Tenía claro que, deportivamente, iba a ser mi primera elección. También me llamó Miguel para el Llanera, pero en mi otra etapa en Tuilla me trataron muy bien”. La llamada del entrenador, Simón, le acabó de convencer: “Me comentó que me quería para jugar en el centro del campo. Pero en el primer partido, con los dos delanteros fuera, me tocó jugar arriba. Y un mes después, de lateral derecho. El domingo, en Valdesoto, ya jugué en el centro, más cómodo, con libertad y llegada”.
No está tan cómodo con la situación provocada por la pandemia: “El fútbol sin público no tiene sentido. Y, además, los equipos van siempre a jugar con alguna baja, se para la Liga, vuelve a arrancar... Con todo esto, descompensa el estado de forma. Para estar así prefiero que pare la Liga y volver cuando baje el índice de contagios. En vez de estar concentrado en el partido tenemos que estar pendientes de todo lo demás”.