Diego Armando Maradona ha escalado al monte Olimpo y en la tierra ha comenzado la disputa por todo aquello que ha dejado el dios más humano. En la carrera ya se alistan potenciales biógrafos, portadores de secretos y, claro, coleccionistas. Y si hay un objeto que resume lo mejor de esa vida es aquella camiseta utilizada el 22 de junio de 1986 en el estadio Azteca de México. Allí, ante los ingleses, se consumó la leyenda. Allí se acuñó para siempre la moneda que lleva sus dos caras: en una anota su gol con la mano; la otra no alcanza para representar a todos los jugadores que fue dejando en el camino hasta firmar su obra cumbre.

Esa acción tuvo un cuerpo y una camiseta que por cosas del fútbol no la posee la familia ni ningún argentino: se exhibe en un museo de Manchester desde hace ocho años. Tras la muerte de Diego la cotización parece no tener límites. David Amerman, de Goldin Auction, en Nueva Jersey, cifró en Reuters su posible precio: dos millones de dólares. “Sé que el dueño estaba buscando una venta privada”.

La camiseta ya tiene un nombre propio: la mano de Dios y le pertenece a Steve Hodge, centrocampista inglés. Argentina había pasado a la semifinal del Mundial de México. Hodge se internó en el túnel y, de repente, vio que su verdugo venía en dirección opuesta. “Solo tiré de mi camiseta y las intercambiamos”, recordó el exjugador del Nottingham Forest y del Leeds United.

A sus compañeros no les gustó el gesto y se oyeron algunas palabras gruesas. «Estábamos cabreados. Sentíamos que nos habían engañado», dijo una vez el exlateral del Arsenal Kenny Sansom a The Sun. “¿Por qué quieres la camiseta de un tramposo?”, interrogó otro de sus compañeros en la selección inglesa.

Un mito como el de Diego Maradona se puebla de verdades y relatos a medias. Antes de que el 10 vistiera esa camiseta devenida algo más que reliquia tenía una historia propia que contar. El periodista Andrés Burgo la reconstruyó en su libro El partido. Argentina-Inglaterra 1986. Aquella vestimenta azul y alternativa del tradicional modelo celeste y blanco se confeccionó a toda prisa, la noche anterior al partido. La victoria nada menos que contra Inglaterra, casi cuatro años después de la rendición argentina en las islas Malvinas, hizo olvidar esa situación de urgencia, casi de culto a la improvisación.

Petición de Bilardo

La AFA había firmado un contrato con Le Coq Sportif en 1979. De cara al Mundial, un entrenador tan obsesivo como Carlos Bilardo había pedido que sus jugadores vistieran una camiseta liviana que ayudara a combatir la altura y el calor. Le Coq Sportif cumplió el pedido. “El problema fue que ese diseño solo se aplicó para la vestimenta titular, la celeste y blanca, y no para los dos juegos suplentes, una alternativa azul y otra blanca”, reconstruyó Burgo. La empresa se negó a fabricar un nuevo juego de ropa y Bilardo ordenó comprarla como fuera en las calles del Distrito Federal. “Debían ser azules, livianas, con cuello en v y marca Le Coq Sportif, con el logo del gallito”.

Los enviados del entrenador consiguieron unos modelos de imitación. Sobre esa textura barata se adhirieron el escudo de la AFA sobre el corazón y los números en la espalda. Un grupo de mujeres pasó la noche pegándolos sobre las camisetas. Eran muy brillantes. Maradona no tuvo reparos en utilizarla. “¡Qué bárbaro, me gusta! Con esta le ganamos a los ingleses”, dijo, según los testimonios reunidos por Burgo. Ahora, esa camiseta empieza a tener un valor que excede los de las subastas: el de un Santo Grial del fútbol.

El Gobierno denuncia la “represión violenta”

El Gobierno argentino denunció ayer al de la ciudad de Buenos Aires por la actuación policial contra los disturbios que se produjeron en el acceso al velatorio de Maradona en la Casa Rosada de Buenos Aires. Concretamente, la Secretaría de Derechos Humanos del Ejecutivo nacional ha presentado una denuncia contra el jefe de Gobierno de la ciudad capitalina, Horacio Rodríguez Larreta, y el ministro de Justicia y Seguridad Comunal, Diego Santilli, para que se investiguen varios casos de "intimidación pública, abuso de autoridad y abandono de persona", según el diario 'Clarín'. De acuerdo a las fuentes de este medio, al texto de la denuncia se han adjuntado imágenes en las que se habla de "represión violenta" en unos incidentes en los que según medios locales se dispararon gases lacrimógenos y pelotas de goma contra los seguidores agolpados en la calle. El Gobierno había cedido la Casa Rosada de Buenos Aires para que los ciudadanos pudieran despedirse de su ídolo. Sin embargo, debido al interminable flujo de personas que querían rendir sus respetos al cuerpo, la Policía intervino en una acción que desató disturbios y acabó con varias personas trepando por las rejas de la Casa Rosada en un intento de acceder al salón donde estaba el féretro, hecho que desencadenó la suspensión del velatorio.