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La aventura futbolística de un asturiano en Guayaquil (Ecuador): becas para los chavales más desfavorecidos

Pablo López forma parte de la directiva del club ecuatoriano, que aspira a llegar a Segunda y ayudar a jóvenes

Pablo López, junto a Moritz Eiris, principal patrocinador del club. | LNE

Durante la última fase de ascenso a la segunda ecuatoriana, el nombre del Guayaquil Fútbol Club se puso de moda en su país. ¿La razón? Un video viral: En él aparecía Marcelo, lateral del Madrid, dando ánimos al humilde equipo. Es uno de las consecuencias de una directiva vinculada al fútbol que desde hace un año dirige al conjunto ecuatoriano. Entre los miembros, un asturiano: Pablo López Coto, hijo de Sabino López, expresidente del Oviedo. López forma parte ahora de una directiva que persigue un objetivo ambicioso. Porque no se trata solo de ascender a Segunda. También está la meta de formar a chavales en una de las zonas más desfavorecidas de Ecuador.

“La clave de todo es Richard Borja (exfutbolista ecuatoriano)”, señala Pablo, directivo encargado de las relaciones internacionales del club. La escuela Richard Borja es el germen de la idea, una iniciativa destinada a que los niños de Guayaquil, capital de la zona de Guayas y segunda ciudad más poblada del país después de Quito.

Tras experimentar con la escuela, hace cosa de un año, Borja, Pablo López y otros directivos con ideas frescas, como Diego Larrea (presidente) y Cristian Reinoso (vicepresidente) entraron en el Guayaquil Fútbol Club. Y la escuela se convirtió en su vivero. El equipo fue creado en 2010, como Academia de Guayaquil Fútbol Club, aunque el impulso definitivo, el que le ha convertido en un aspirante a cotas mayores, llegó el año pasado. Ahora, en una evolución sorprendente, Pablo se centra en cerrar convenios de colaboración con equipos de Europa y Sudamérica.

“Queremos hablar con la Fundación del Betis y del Athletic con el objetivo de implantar un modelo similar en el sur de Guayaquil, que es muy pobre. La idea es conceder becas a niños para que puedan jugar y estudiar al mismo tiempo”, explica el ovetense. En la actualidad, la escuela cuenta con 400 chavales. Y el siguiente paso se dará en los próximos meses: un conjunto en categoría femenina.

En cuanto al elemento meramente competitivo, el Guayaquil disputa la Segunda División, la tercera en categoría por detrás de la Serie A y la serie B. Hace un par de meses se enfrentó al duro escollo de la fase de ascenso. No era sencillo. Debía superar el grupo de 6 equipos inicial, y así lo hicieron en la segunda plaza. Después, comenzaban las eliminatorias. Superaron la primera eliminatoria, pero cayeron en la segunda. En un choque no exento de polémica. “Aquí pasan cosas un poco raras…”, se limita a contestar López, sin incidir en el tema arbitral.

Aunque el elemento competitivo no sea el principal, el salto de calidad de un ascenso es evidente en términos económicos. Los conjuntos de la Serie B reciben cerca de 900.000 euros por los derechos televisivos. “La diferencia es muy grande. La pasada campaña contábamos con un presupuesto de 90.000 dólares. El gasto en la plantilla al mes es de 8.000 dólares”, explica el asturiano, que subraya que “aquí se paga el seguro social mientras dura la competición. No hay nada en ‘negro’. Práctica habitual por aquí”.

Pablo López, que trabajó en la secretaría técnica del Albacete y en la representación de futbolistas, es testigo del despegue del fútbol ecuatoriano, “viene una buena generación, con gente joven y con óptimas condiciones físicas”, mientras lanza su deseo: “Que alguno de los chavales de Guayaquil llegue en el futuro a ganarse la vida jugando en la liga española. Sería una ayuda muy importante para ellos”.

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